REFLEXIONES DE TERRAZA
Tras
pasar una gran época de barbecho, ya que las musas me habían abandonado por
falta de atención hacia su persona, hoy me encuentro en una terraza del
mediterráneo, con uno de los mejores atardeceres como anfitrión para hablar del
“verano”.
El
verano es esa sensación que tiene el ser humano de realizar todo aquello que se
proponga y que a lo largo del año no se atreve. El aumento de sol en nuestra
piel hace que la melanina aumente, y la valentía se alimenta de ella.
En
verano, la vergüenza se guarda detrás de nuestras gafas de sol con cristal de
espejo y se ata con los lazos de nuestros bikinis, y todo aquello que le
ocultamos a nuestro humilde espejo del baño lo ponemos en el escaparate de
arena blanca que tenemos en nuestras playas. Porque el moreno nos elimina esas
vergüenzas, que el mundo nos impone de manera subliminal; y cuanto más moreno,
menos tapujos.
En
el verano, los relojes no controlan nuestras vidas; simplemente se convierten
en artículos de decoración que marcan el tiempo que llevamos sin hacerle caso,
y su tic-tac se convierte en parte del ambiente, como las sonrisas dentro de
las terrazas o el viento del sur, que aumenta nuestro calor.
La
melodía de nuestras vidas, por unos meses, se transforma en canciones de
verbena que todo el mundo corea como un himno de… libertad, o mejor de
libertinaje, acompañado de conversaciones
y brindis de botellas de cerveza, que
culminan con…: esto tenemos que repetirlo antes de Navidad.
En
verano, los colores oscuros son guardados al fondo del armario, al lado de
aquella balda que ibas a colgar el domingo, que la compraste hace meses, porque
no combinan con la tonalidad que ha adquirido nuestra alma veraniega, y
entonces todos aquellos colores que solo usamos como subrayadores de cosas
importantes en nuestras agendas se apoderan de nuestro armario, pintan uñas,
pero sobretodo de nuestros bikinis y
sombrillas. (Este último caso tiene su lógica… para encontrar nuestro sitio en
la playa cuando salimos de nuestro cuarto baño).
Sé
que estáis pensando: ¿qué le ha pasado a la chica que soñaba cuentos y os los
escribía a la mañana siguiente? Pues simplemente que el verano se ha apoderado
de mis musas y este escrito tiene olor a mediterráneo, con una pizca de terraza
y algo de añoranza de mis palabras escritas.
Jezabel
Luguera ©
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