Quiero a una madre que no falte,
quiero a unos hijos que no sufran,
que no se oscurezca la noche
y brillen siempre las estrellas.
Que haya paz en el mundo entero
y no exista el hambre ni las guerras,
que crezcan en la mies las amapolas
y todos amemos la naturaleza.
Que no les falte el pan a esos niños
sin nadie que socorra esa miseria,
hacen falta medicinas y por circunstancias
de carreteras no les llegan.
Que injusta es la vida con los hombres,
que mata sin piedad y los entierra,
eso es peor que estar enfermo,
el quedar apresado entre las piedras
sin tener quien te pueda dar la mano
ni tener quien alivie tus dolencias.
Ellos claman al cielo que los salve,
que los deja sin vida, sin familia y en miseria,
la tristeza los invade con el llanto
sepultados en vida por la tragedia.
Entre todos socorramos a esas gentes
y pensemos en ellas como hermanos,
pidamos a Dios por esa gente, y que
alivie sus corazones destrozados
y a los muertos los lleve a la gloria
que tienen el cielo bien ganado.
¡Cuánto dolor!, unos sin piernas, otros
sin brazos y otros aplastados,
"se curarán las heridas de esos
corazones desolados"
Fueron miles de personas las que
allí quedaron seputladas,
heridos y muertos están apilados,
los heridos esperando ser curados
y los muertos ser enterrados.
A los siete días cinco personas han sido
rescatadas, tres eran niños, un joven de
veintiuno, y una anciana de ochenta y cuatro
a los once días, un joven fuerte se le
derrubaron encima dos pisos que parece
un milagro. Los equipos de rescate a sus
lugares de origen regresaron, ya no hay
esperanza de encontrar gente con vida.
Han salvado muchos miles de personas
y otros muchos muertos entre los escombros
han quedado, las máquinas escavadoras
se apresuran a recoger por miedo a los
contagios y tal vez, algún superviviente afortunado.
Blanca Santos ©
16/01/2010
quiero a unos hijos que no sufran,
que no se oscurezca la noche
y brillen siempre las estrellas.
Que haya paz en el mundo entero
y no exista el hambre ni las guerras,
que crezcan en la mies las amapolas
y todos amemos la naturaleza.
Que no les falte el pan a esos niños
sin nadie que socorra esa miseria,
hacen falta medicinas y por circunstancias
de carreteras no les llegan.
Que injusta es la vida con los hombres,
que mata sin piedad y los entierra,
eso es peor que estar enfermo,
el quedar apresado entre las piedras
sin tener quien te pueda dar la mano
ni tener quien alivie tus dolencias.
Ellos claman al cielo que los salve,
que los deja sin vida, sin familia y en miseria,
la tristeza los invade con el llanto
sepultados en vida por la tragedia.
Entre todos socorramos a esas gentes
y pensemos en ellas como hermanos,
pidamos a Dios por esa gente, y que
alivie sus corazones destrozados
y a los muertos los lleve a la gloria
que tienen el cielo bien ganado.
¡Cuánto dolor!, unos sin piernas, otros
sin brazos y otros aplastados,
"se curarán las heridas de esos
corazones desolados"
Fueron miles de personas las que
allí quedaron seputladas,
heridos y muertos están apilados,
los heridos esperando ser curados
y los muertos ser enterrados.
A los siete días cinco personas han sido
rescatadas, tres eran niños, un joven de
veintiuno, y una anciana de ochenta y cuatro
a los once días, un joven fuerte se le
derrubaron encima dos pisos que parece
un milagro. Los equipos de rescate a sus
lugares de origen regresaron, ya no hay
esperanza de encontrar gente con vida.
Han salvado muchos miles de personas
y otros muchos muertos entre los escombros
han quedado, las máquinas escavadoras
se apresuran a recoger por miedo a los
contagios y tal vez, algún superviviente afortunado.
Blanca Santos ©
16/01/2010