sábado, 26 de junio de 2010

UN DÍA DE NIEVE CON CAÍDA

Disfruté mucho en la nieve. En aquella época era una jovencita que iba los domingos a esquiar con mis amigos a la estación de "Braña Vieja". Los lunes, en cuanto salíamos de la oficina, pasábamos por la "Deportiva", a por los billetes, para no perder día.

Eran otros tiempos; la carretera era estrecha y llena de curvas. A veces no llegábamos por culpa de la nieve a la Estación y teniamos que quedarnos en Reinosa y desayunábamos en "Casa Vejo" y luego a tomar calditos por los bares. ¡Todo tenía su encanto!

Por aquellos años inauguraron el Hotel "La Corza Blanca". Teníamos de profesor a "Amorrotu" y solo dos telesquís "El tubo" para principiantes y "La Tabla" para los adelantados.

Cuando no habia nieve cogíamos los esquís y subíamos hasta "La Fuente del Chivo", allí fue donde se desarroló el incidente.

Había subido la pendiente y cuando me tiré para bajar todo iba de perlas. ¡Yupiii...! De repente se me cruzó un niño, ¡un niño!, ¡Dios mio que me lo trago!, ¡tengo que virar!

Viré, si, pero venía otra chica y a esa si que me la tragué. ¡Plof! metí mi esquí por entre sus piernas y caímos echas un ovillo.

Después de la conmoción nos dimos cuenta de que no podíamos movernos tal era el embrollo que habíamos formado. Se acercaron unos chicos y ya, lo de siempre, el cachondeíllo:

-¿De quién es esta pierna?

-¿De quién es este bastón?

Al levantarnos nos dimos cuenta de que estábamos bien las dos y que todo quedó en un susto, y un susto me llevé yo también otro día en que escuché otro ¡Plof! detrás de mi. Miré hacia atrás y se acababa de caer un chaval que pesaría mas de 100 kg. ¡Estuve a punto de quedar enterrada en la nieve!

¡Cosas del esquí!

María Eulalia Delgado González ©
Junio 2010

LA RUTA DEL CARES

Comenzamos una marcha
por caminos y senderos,
pedregosos y empinados
junto al río sus montañas.

Era un día muy agobiante,
comenzaba la mañana,
caminamos muy despacio
por culpa de la solana.

Unas vistas impresionantes
de las montañas muy altas,
donde anidan gavilanes
con los buitres y las águilas.

Las nubes como algodón
en la cima se paraban,
las cascadas presurosas
hacia el río ya llegaban.

Eran aguas cristalinas
que de la cima bajaban,
había cabras montesas
que por los riscos saltaban.

Anduvimos varias horas
y el cansancio se notaba,
nos paramos un momento
y bebimos algo de agua.

La plantilla de los pies
me dolía y me quemaba,
nos sentamos a comer
muy cansadas y agotadas.

Tras comer nos dirijimos
al camino de bajada,
evitando nos cogiera
el cansancio y la galvana.

Más llegó pronto la tarde
cuando el sol ya se ocultaba,
y el regreso fue mejor
con la brisa en nuestra cara.

Corríamos con ambición
de llegar a nuestras casas,
disfrutando de aquel día
que a las entrañas llegaba.

Aspiramos aire puro,
de las hierbas aromáticas,
aire fresco que venía
de las hermosas montañas.

Durante el camino pasamos
ratos de vértigo y miedo,
por las curvas y altitud
que tiene el despeñadero.

Vimos nieve entre las cumbres
como sábanas muy blancas,
que con el sol se reflejan
y brillan como la plata.

Ondeando el desfiladero,
y a muy larga distancia
el río se va ocultando
entre piedras desgastadas.

Una vez hice la ruta
muy contenta e ilusionada,
pues no hay cosa más hermosa
que ver cerca las montañas.

Y aunque fue hace varios años
y ya no pueda volver
me conformo recordando
todo lo que allí disfruté.

Blanca Santos Gutiérrez ©
12-6-2010

viernes, 25 de junio de 2010

¿QUE ES UNA CAIDA?

El tema de esta semana, me ha hecho reflexionar mucho. Porque todo el mundo cuando escucha, me caí, te vas a caer, ves te has caído. Lo relacionamos con dolor o con tristeza. Pero, ¿por qué no pensar en la parte positiva?

Cuando te levantas, y aprendes de esa caída. ¿Quién de vosotros, no ha aprendido que si haces el tonto, montando en bicicleta te caes? O, no te subas a esa barandilla que te vas a caer, y claramente, te caes, te duele y en varios días odias la barandilla y a tu mami porque tenía razón.

Yo la verdad que en mi vida me he caído muchas, pero muchas veces. Y no será porque mi madre no me avisara, porque lo hacía, pero yo como muchos niños, teníamos que aprender a caer y sobre todo a levantarnos.

Ahora, que se supone que soy un poco adulta, veo que esa caídas me han ayudado, a sobrevivir en este mundo de gigantes, porque ¿quién no te dice que des un mal paso y tropieces?, nadie, pero igual te das cuenta de que lo estas provocando y solo se queda en un mal paso.

Aunque os parezca increíble, he encontrando algo realmente bueno, si, de las caídas, ya veréis.

Gracias, a una compañera nuestra de este taller, y amiga mía, yo caí a este club de escritura, (porque es más que un taller, ¿no creéis?) y os he conocido a cada uno de vosotros, he capturado un trocito de cada uno y ahora forma parte de mí como escritora, pero sobre todo como persona.

Os diría de cada uno que he capturado pero, mejor que lo vayáis descubriendo, mientras inventamos historias juntos o entre risas, gracias a algún comentario gracioso, (que casi siempre son de Jesusillo, y por eso pienso que esta ha sido una de las mejores caídas, de mi vida, ¿no creéis? Y lo más sorprendente, no me duele nada, sino, que me da mucha alegría.

Así que moraleja, depende de la caída, duele o da risa.

Jezabel Luguera ©
Junio de 2010

CREÍ VERTE CAER

Aquel día pensé que te caías del susto, cuando vi tu cara de sorpresa, al oír aquellos comentarios, te sonrojaste, tartamudeaste, dudabas, era como si de repente te hubieran echado por encima un jarro de agua fría.

Tantos meses de trabajo para que en un momento te dijeran que no valía la pena aquel esfuerzo que habías realizado; te agarré con fuerza del brazo, te tambaleaste y casi caes, no te deje ni siquiera rozar aquel suelo frío, aunque mas fría estabas tú, mire tu cara, estaba desencajada, de pronto se cayeron tus ilusiones, esas en las que pusiste todo tu empeño para realizar aquel sueño, y en un momento se evaporaban como el humo volátil de un cigarrillo.

Nos miramos e intentamos disimular, pues no debía notarse aquel secreto que compartíamos, intentamos salir de aquella situación como pudimos, solté por mi boca una tontería que nos hizo reír. Pensé lo injusta que es a veces la vida y que aunque nos caigamos lo mejor es levantarse de nuevo y seguir hacia delante, no importa cuantas veces sean. si no como uno debe superarlas y erguirse ante ellas.

Aquello hoy es una anécdota y cuando nos encontramos la volvemos a recordar, tu me agradeces que no te dejara caer y ya no sientes desilusión por aquel comentario, sigues haciendo cada día tu trabajo, y muy bien e incluso te sientes satisfecha por los logros conseguidos.

Pudo ser más que caída un batacazo pero te ha servido para crecer interiormente, y se nota al fin y al cabo, aquello solo fue una observación.

Hoy reímos juntas por aquella tontería, y procuramos mirar donde pisamos, no sea que no vayamos a caer.


Flor Martínez Salces ©
Junio-2010

LA CAÍDA

¿Y este círculo rojo? Um... 24 de abril. ¡Deja el vaso, Eduardo! y manos a la obra que mañana llega tu hijo Iñaki. ¡Céntrate en lo programado!

Primero: el saquito. ¡Ay, la caída! (Apártala de tu cabeza) ¡Vale! Aguja, cordel y arpillera marrón. Dejo una abertura de veintisiete centímetros, para mi cabeza. ¡Uy! Maldita aguja, y ahora puntadas hacia la derecha. A enhebrar de nuevo. Montar el hilo por la tela y sacar la aguja por debajo. Una, dos..., cosida queda la parte superior. Ahora el lateral... Jodido hilo. Enhebrar de nuevo, (no, no te levantes, Eduardo; termina la tarea.) ¡Vale! sólo quedan unos centímetros... ¡Ya está! Me queda algo ajustado, pero mejor, así no me delatará. ¡La caída ni la veré!... Sí, lo meto en estos mismos pantalones negros. En el bolsillo derecho. A celebrarlo: por el saquito.

¡An dre a! Llegas tarde. Sírveme la comida y lárgate de mi vista que eres muy fea.

¡Qué oscuridad! A ver: las 8 de la noche. Aquí llega ella: la insufrible, con esa cara de mártir.

- ¿Dónde has estado, eh, putaa?
-
- En el trabajo, ya lo sabes.
-
- Tú tienes que estar en casa como una mujer decente.
-
- ¿Y el dinero? ¿Lo traes tú, Eduardo?
-
- Ven aquí. Te voy a destrozar esa boca. A ver si te asfixias con tu lengua bífida.
-
- Sí, vete a refugiarte donde tu hija y contaos mentiras:-que no quiero ir al médico, -que me echaron del trabajo. ¡Malditos todos!.

- Andrea, ¿A qué hora llega tu hermano Iñaki?

- A las seis, aita. Me marcho al colegio. Adiós.

- Rápido, Eduardo.

Segunda obligación: Desembarazarte de todas las pruebas. Este saco vacío de patatas servirá. Ahí va la primera. Y la segunda. Estrello contra ellas la tercera... Ahora desangro las de detrás del ropero. Las estampo contra las otras y camuflo el saco en la despensa.

Siento mucha sed, me tiembla el cuerpo. La caída... No, todavía no.

¡El baño! Y además me calmará. ¡Qué calentita y qué rica el agua! Restriego el pelo. Me araño el cuero cabelludo. Froto y refroto mi piel escamosa y sucia. ¿Y las uñas? Las corto. Me encuentro exhausto. Abro la ducha. Destapono la bañera. ¡Fuera Bichos! Me envuelvo en una toalla y palpando las paredes llego, por fin, a mi cama.


Me despierto sobresaltado, pero más tranquilo. Me visto. Mi pantalón y una camisa azul claro. Me calzo, me peino y salgo también a recibir a Iñaki. Dejo que ellas se abalancen sobre él. Por fin, lo abrazo. En la cena, apenas me dejan tomar baza. Tranquilo, Eduardo. No te acalores. Permítelas que disfruten que tú lo tendrás todo para ti en los paseos diarios. Si, paseos a la ermita de San Martín, a Iturreta, al Alto de San Miguel...

-Aita, hoy como último día y aprovechando que has recobrado el resuello, ¿por qué no llegamos hasta Aguínaga?

-Vale hijo. Aguínaga. ¿Te acuerdas Iñaki cuando íbamos los cuatro? Vosotros a misa mayor y yo (al maldito) chiquiteo. Luego el partido de pelota a mano el desafío entre las mejores parejas de bueyes (y mis apuestas descabelladas)

-Si, me acuerdo. ¡Ah, aita!, ayer liquidé la hipoteca que teníais y os queda una buena cantidad en la cuenta. Para que no te preocupes de nada, aita. Para que ama deje el trabajo. Y sobre todo, para que Andrea siga con los estudios. Yo no vendré durante todo un año ya que después del Jai Alai de Miami jugaré en Fort Pierce.

-Gracias, hijo. Eres el mejor. ¿A qué hora sales mañana?

-A las seis me recoge el taxi. De Bilbao a Madrid a las ocho de la mañana, y a las diez sale el avión hacia Miami. El vuelo llegará a las cuatro de la tarde, hora española.

-Entonces, nos despediremos esta noche.

-Mira, aita. Hemos recorrido casi veinte kilómetros. Hemos batido nuestro record.

-Formamos el mejor tándem. ¡un Abrazo!

-Te quiero, hijo. Os quiero. Recuérdalo siempre.

No logro conciliar el sueño. Evoco cada una de las acciones desde la llegada de Iñaki. Sí, algo se me escapa, vuelvo a comenzar y así hasta que me llega un murmullo: son Iñaki y su madre, Ana. El taxi se aleja.

¡La caída que llegue pronto! Pero los párpados me pesan (“para que no os preocupéis”....”Somos el mejor tándem”)

Me despierto de golpe, he dormido nueve horas seguidas. Me encuentro sereno. Me pongo los pantalones, me abotono la camisa blanca la ocasión la merece, calcetines y zapatos negros.

Acerco una silla, desde ella, apoyo la mano derecha en la pared y haciendo palanca sobre la izquierda me sitúo sobre la baranda. Con mi lado derecho apoyado en la pared, sustraigo la capucha con la manos derecha. Luego las dos me encasquetan el saquito. Me yergo...

Isabel Bascarán ©
18 de Junio de 2010

LA CAÍDA

Caer, caer, caer sin pausa,
la lluvia cae así, constantemente;
no sólo cae la lluvia de los cielos
también blanquea el pelo de las sienes.

Las hojas caen, al suelo en el otoño,
y van al mar, su lecho siempre verde,
dejan atrás los bosques y los ríos
y la manzana que diera la serpiente.

Cayó también con ella la inocencia
para llenar entonces de placeres,
el corazón ansioso de los hombres
y la virtud velada en las mujeres.

Los hombres viven, caen y se levantan,
en esa marcha lenta hacia la muerte,
van desgranando miles de suspiros
mientras buscan los labios que les besen.

Sigue cayendo, el tiempo día y noche,
sigue manando el agua de la fuente,
hay una unión de tierra y de semillas,
hasta lograr el fruto de los vientres.

Entonces cae el niño de su limbo,
se rompe la placenta dulcemente,
se vierte el contenido de la vida
a ese cuerpecito que ahora duerme.

También se caen los jóvenes amantes
y caen en trampas de amores muy ardientes,
en la caída, arrastran hacia el barro
la inocencia donada y que ahora muere.

Uno tras uno se marchan los ancianos,
se caen así del mundo de los fuertes,
porque la vida pasa, castiga y no perdona,
a pesar de que brillen los laureles.

Hablar entonces, aquí, de las caídas,
es a la vez caer en la corriente,
es recoger imágenes y estampas
para llevar al labio que se alegre.

Para buscar el beso y el abrazo,
que caigan a los míos y los llenen,
en la canción quizás desesperada
hallada muchas noches, en los viernes.

Más tengo que partir, ya cae la tarde,
la noche se presenta irreverente,
el tiempo de los sueños es pasado,
lo cubre ya la vida que es muy breve.

La vida de caída tras caídas,
la vida que pasamos y no vuelve,
la vida en que soñamos como niños
la misma en que nos aman y nos quieren.

Rafael Sánchez Ortega ©
18/06/10

LA CAÍDA

Hace cuatro días suspiraba por un tema sobre el que poder escribir, y de repente hoy, tengo ante mí tema y medio. Foncho nos dijo que escribiéramos sobre la caída, así de simple. La caída, si, pero ¿qué caída? LA CAÍDA, repitió y no dijo más.

¡Pues mira tú que bien! Empiezo a escribir por la caída de Babilonia, y pasando por la del Imperio Romano puedo venir a terminar por la actual caída de la bolsa que la mala gestión de cuatro políticos y la buena de cuatro banqueros nos han traído con esa maldita crisis que crearon. Pero no, no me apetece escribir sobre estas cosas porque tendría que empezar por bucear en busca de documentación y no tengo ninguna gana de hacerlo.

Puedo hablar de la caída de ojos de Bette Davis o de la caída de la melena del pelo de Verónica Lake que le tapaba el ojo izquierdo, y que las actuales generaciones no saben quienes eran, pero que eran unas señoras algo pendejas según nos decían aquellos curas de la época, muchos de ellos reprimidos y amargados, pero que a nosotros cuanto más pendejas más nos gustaban porque enseñaron a insinuarse y a retorcerse como Dios manda a las mozas de generaciones incluso anteriores a la nuestra. ¡Pues no encandilábamos nosotros poco los ojos en la penumbra del cine Mafepe en Cabezón o en el cine pejín que Abrahán y Monchi tenían en las escalerillas aquí en San Vicente!

También puedo ponerme romántico y escribir sobre la caída de las hojas en otoño y enrollarme divagando con la desnudez de los árboles, y esas tardes húmedas y grises cuando a la caída del sol allá por encima de los Picos de Europa, deja escapar tímidamente uno de sus rayos para teñir de violeta y naranja la bruma que luego inspira a Foncho sartas de poemas deliciosos y hace soñar a Laly con los cuadros bucólicos de sus pintores preferidos…

Se puede hacer también una alabanza de las gestas épicas de nuestra historia y rememorar las siempre gloriosas caídas por Dios y por la patria que se decía antaño, pero que ahora parece que suena a cosa antigua y hasta provoca sonrisas porque Dios es una entelequia y la patria espera a ver lo que queda de ella cuando cada comunidad termine de jalar de su trozo de tierra.

Con la actual congelación de pensiones y el recorte a los sueldos de los funcionarios seremos muchísimos los que iremos de “capa caída” de aquí en adelante, y que el Todopoderoso nos de suficientes arrestos para tomar a chirigota la vida y tener el valor de saber reírnos de nuestras propias desgracias y así no cometer la locura de hacer lo que sería natural en cualquier padre de familia con hipoteca y en paro: coger una pistola y quitar de pasearse sobre el mapa en que vivimos a banqueros sin escrúpulos y políticos que lo consienten.

Menos mal que en esta época que nos toca vivir hemos optado por la vestimenta informal y apenas vestimos ternos o trajes si no es para asistir a una boda, porque antes, cuando para ir vestidos con corrección había que llevar además de chaleco, pantalón y chaqueta, corbata y almidón en el cuello, los caídos de hombros eran un auténtico problema para los sastres que tenían que fabricar hombreras especiales para hacer una buena figura de aquellos pobres de pecho hundido.

Suele ser divertida la caída provocada por la piel de un plátano. Con tal de que no se rompa la crisma o un brazo, decirme si no es un auténtico espectáculo estar sentado en la terraza de un bar en pleno verano, con una cerveza bien fría entre las manos, y ver como la viejita que camina por la acera con sus gafas de cristales redondos y bastón con empuñadura de plata, pisa la piel amarilla como si esta tuviera imán y el zapato fuera de hierro, y ¡Zasss…! Resbalón al canto. Movimiento de vaivén de brazos, el bastón a tomar por donde amargan los pepinos, y la vieja con las posaderas en el suelo mirando a derecha e izquierda con velocidad de relámpago a ver cuantos se están divirtiendo a su cuenta. Si, si, ya se que es una pobre viejita, pero anda que no se rió ella poco cuando era joven de la caída de otros mayores….

Yo de caídas podría contar y contar y seguir contando hasta el día del juicio final: Podía hablar de las tres caídas que Cristo tuvo con la cruz a cuestas. De los miles de apagones que teníamos en aquella antigua televisión en blanco y negro a causa de las caídas de la tensión eléctrica, y hablando de mi persona la caída de los dientes de leche y mucho más tarde los que ya no eran de leche, y de la caída del pelo que me dejó calvo, y para que os voy a contar… Otras caídas de tensión que ya no llevan remedio, y que de muy poco o nada sirve lamentarse.

Por último, para no cansar más al lector, decir que los hombres siempre seremos así. Cuando una mujer nos encandila, ¡la jodimos! No hay escapatoria. Y es tontería decir, yo no… yo… yo… Tu si, hombre, tu igual que todos. ¿No ves que lo llevamos en los genes? Ya desde un principio fue así la cosa, o si no, mira a tu padre, y al mío, al de todos. ¿No ves como el infeliz de Adán cayó en la trampa de Eva? Toma, muerde la manzana, dijo la zorra de ella. No, no, que lo tenemos prohibido, contestó el muy infeliz. Ay, que tontorrón eres, pero si está buenísima. Anda, muerde un poquitín, insistió la muy ladina. Que te digo que no, y trató de hacerse el duro. Entonces la tía, melosa ella, y como aquél que no quiere la cosa, apartó los bucles dorados de su cabellera que le cubrían el pecho, y dejando con toda picardía entre si asoma o no asoma el pezón izquierdo que tenía más poder de atracción que el derecho, insistió: Anda, Adanín, muerde la manzana y como premio te dejo dar una chupetaína. Y claro, Adán no lo pensó dos veces y mordió la manzana. La hubiera mordido aún cuando la manzana fuera de hierro, pues era la única teta del mundo que el hombre tenía para su deleite, que también hay que comprender las cosas.

Y ahora filosofemos: Foncho mandó escribir sobre la caída, porque Jezabel contó como el otro día se desmayó Ana y resbaló sobre su coche hasta caer al suelo. ¡Es que las cervicales de Ana tienen más mala idea…! Pero mirar, no hay mal que por bien no venga: Ana y su caída fueron tema para hoy.

Jesús González González ©
Junio 2010

CAER EN LA CUENTA

Sí, hablar de las caídas me resulta poco atractivo. Intentaré darle un toque de optimismo y para ello, recordaré algunas frases que decía mi abuela; era su forma de quitarle hierro a situaciones o aspectos menos delicados, todo ello con una sonrisa.

La verdad es que Isaac Newton, nos hizo una relativa faena, al darle por pensar que la gravedad era el efecto de la sensación de peso, los objetos “caen” con aceleración constante, o sea, gravedad terrestre.

Para esto, también se utilizó el mismo elemento que para la tentación en el Paraíso, la leyenda de Guillermo Tell o la del comienzo de la guerra troyana, por la fruta, en esa ocasión, de oro; la manzana.

Una de mis hijas hizo una pregunta de pequeña, a raíz de un reportaje sobre este investigador.

-Mamá, Si ese señor no hubiera descubierto eso, ¿las cosas no se me caerían?

Recuerdo que quedé sorprendida; me preguntaba cómo podría explicar en palabras comprensibles para su edad, todo aquella situación. Sonrío recordando como “caen”, algunas preguntas de los hijos.

Pues bien mi abuela se refería a algunas cosas, dando el aspecto contrario, me explico; si nos veía en algún cambio evidente de peso, lo hacía notar con una sonrisa, sobre todo en los años adolescentes, donde la estética era primordial, diciendo: "Niña, yo creo que has engordado para adentro", o "no niegues que has adelgazado para afuera".

Con lo que nunca nos hacíamos eco de una posible ventaja o desventaja, siempre nos descolocaba, con su risa inmensa, ojos brillantes y ese buen humor. Emanaba una paz envidiable. También acercaba a los demás esta forma de ser. Una vez una amiga querida, la dijo que estaba con demasiado peso.

-Melia, a ver si te cuidas un poco, que estás demasiado gorda.

Ella respondió casi pasándose de la risa.

-Ya, pues no sé que quieres, si estoy así, es precisamente por eso, ¡por cuidarme!

Contó que ambas rieron un buen rato.

Posiblemente que la palabra “caída”, la entendiera con implicaciones de daño, desagrado o desaliento; estoy por asegurar que buscaría una diferente definición, quizá la de “caer” hacia arriba.

Las caídas parecen definir siempre situaciones poco agradables, quisiera emplear la palabra en su parte positiva, porque si lo pensamos; que suerte si “caería” la cifra del paro, o los accidentes de tráfico, incluso la cantidad de fumadores, por ejemplo, pues en realidad, ¿Cuántas cifras de situaciones inconvenientes a nivel mundial, debieran bajar?, sería la mejor “caída”. Es casi como reflejar una huida hacia delante o preferir a un cobarde vivo, que a un valiente muerto.

De todas maneras, ¿a quién no le encantaría “caer bien”? o “caer de la risa”, -conste que lo he presenciado, una persona le flaqueó la fuerza en las piernas y cayó poco a poco de la silla, ante nuestras miradas atónitas; la recogimos del suelo con la risa en su boca aún-. También sirve para comprender algo evidente diciendo que: al final “caíste del guindo o del burro”. Tampoco está nada mal “caer en Babia”, relaja bastante.

Pues bien, hace una temporada, a resultas de una fuga de agua, se hinchó la madera del pasillo de casa. Al cabo de un tiempo prudencial para el secado, se acercó un profesional para lijar y barnizar, nos notificó la situación que se daría para la reparación.

-Veréis, es necesario no pasar por el pasillo mientras acuchillo, por tanto o salís de casa u os quedáis dentro y no pasáis de ninguna manera sobre él.

Como es normal, con dos personas decidiendo, dos respuestas diferentes. Al final, prosperó la opción de quedarse en casa, solo unas cuantas horas. Desde el principio sentí la sensación de que mi libertad se perdía. Estar obligada, aunque sea por unas horas a encierro, me recuerda siempre estar hospitalizada. Podría estar voluntariamente hasta más, en casa, un hotel o en situaciones varias. Tuve un conato de mal humor y algo de nerviosismo, que duró algún tiempo, acompañado de la cantidad de serrín repartido por casi toda la casa… y por los libros.

-Relájate que la situación es así y ha de pasar, cuanto menos te impacientes, más a gusto estarás.

Calmé mi angustia poco a poco, esas palabras me apaciguaron.

Mientras, ocupaba el tiempo para llenar aquellas horas de la manera más divertida posible, “caí en la cuenta” de la libertad que poseo habitualmente, valoré automáticamente esa realidad.

Al día siguiente, comprobando que se podía caminar de nuevo por el pasillo, esbocé una sonrisa y respiré hondo a pesar del olor fuerte y penetrante a barniz. Algunos de nuestros alimentos saben aún a ese olor, da la sensación de comerlo. Pienso que lo tengo pegado en el interior de la nariz. Recomendación profesional, tomar leche.

Disfruto estos días mucho más de lo habitual, es increíble lo grande que es esa palabra, “libertad”, hasta en los detalles ínfimos. A pesar de tener la obligación de mover trastos para su limpieza, sobre todo de la cantidad ingente de libros, uno por uno. Puede llegar a ser desesperante pero…, de nuevo valoro la forma de decidir lo que en ese momento desee, hago y decido lo que quiero y cuando quiero, siempre desde pequeños logros, es magnifico adoptar hasta la mínima decisión, libremente.

En este ir y venir de disfrutes, compartí unas lecturas con una de mis amistades, conversaciones variadas, opiniones, retoques en una de mis “obritas”, pues requerí su favor para corregir algo casi concluido. Es la primera vez que lo hago y siento que abusé un poco. Bueno, ha sido algo puntual, compartiremos como siempre otras situaciones menos técnicas.

Mientras hablamos, vi sus manos y cara morenas de paseos rutinarios, la viveza de sus ojos, algunas de sus canas, sus bromas, el afán inagotable de saber, recuerdos familiares y de la guerra en la niñez. Dice que valora la importancia de los sucesos, en menos cuantía, habiendo pasado aquel episodio cruento. Afirma que es lo peor de lo peor. Correr a los refugios, el miedo, salir de ellos después de un bombardeo y ver prendidos en los árboles, restos enganchados como frutos monstruosos, eran algunos de sus vecinos, destrozados por el estallido de los proyectiles indiscriminados…

Sus ojos se inundaron de lágrimas, enrojeció su cara y masticó sus recuerdos hirientes como lanzas, trago aquella saliva llena de hiel, retomó otros recuerdos y agradeció desde el presente, la ayuda recibida en aquellos momentos por sus vecinos, hasta la construcción de un refugio comunitario. Compartir y ceder, incluso la vivienda a personas que estaban sin hogar, el respeto por lo que había dentro, a pesar de las muchas necesidades que portaban. Su padre perdonaba todo lo que pudieran llevarse, pero cuando notó la falta de alguno de sus libros, fue superior a sus fuerzas, “cayó” en un cierto resentimiento, eso era inexcusable para él.

Sonríe.

Los espantosos momentos vividos, daban origen a sobrevivir, incluyendo en ellos el divertimento de cualquier infante, conseguían estos niños retomar los juegos. Quizá era una autodefensa para seguir adelante en aquel infierno. Los chiquillos son entes con una gran adaptación, quizá con traumas, pero salen adelante con fuerza, es su caso. Aprendió de ello la necesidad de tener la referencia de lo que no se desea, de lo bonito de la vida, de que se puede luchar para conseguir lo necesario, en definitiva, perseverar y vivir.

Comentaba de su juventud, consiguió estudiar después de hacer una carrera casi obligada, -previendo un futuro más halagüeño-, otra que era la que realmente ambicionaba. Hablaba de sus profesores, alguno de ellos escritores y poetas, hoy reconocidos; de su padre, lector, inteligente y culto. Él también titulado académicamente en dos proyectos para su futuro, pero hasta que consiguió el segundo de tornero ajustador abocado a la relojería, no quedó satisfecho.

Conseguía las piezas para aquellos relojes de cuerda, en pedidos a Francia, algunas veces no se podía por efectos de la posguerra. El los confeccionaba desde cero, obtenía encargos hasta de Madrid.

Mientras escuchaba, “caí” en la cuenta de los reflejos en las lentes de su gafa; me recordaron de inmediato a mis abuelos, sugerí algo con un toque de atrevimiento; convertirme en nieta adoptiva de esta persona, -me disculparé a ese respecto, pues la edad que nos separa es poca-.

Tiene sabiduría, curiosidad, calma, leyente infatigable, con inclinación a la lectura poética, valora las pequeñas cosas o sentimientos de la vida y sobre todo, humor. Un humor rápido, claro y de connotaciones cultas. Hay que estar muy preparado para entenderlas, siento que me pierdo algunas ciertamente ilustradas. Se que es una broma, por el brillo y sonrisa de su semblante.

Habló de la personalidad de las gentes, la cultura o el escalafón social, que eso no implica que sean bondadosos, delicados, respetuosos, que la personalidad suele prevalecer a pesar de la formación. Hay de todo en el mundo intelectual, como hay de todo en otros con menos recursos doctos o económicos.

Hablábamos de la inteligencia, es un atributo del que nadie es dueño, por mucho que se estudie; tampoco lo contrario, simplemente lo eres o no. La vena artística, puede ser formada o intuitiva, la única ventaja que los que se han cultivado, tienen la posibilidad y recursos para complementarlo. Lo hecho mecánicamente no llega, simplemente se suelta. Cree que ha de tener componentes de cariño, dedicación o entrega.

Mientras pasaban los minutos incesantes, un ruido de tic tac de un gran reloj de carillón, se hacía patente en los pocos segundos de silencio. Se veía desde aquella altura, grandes tejados, algunos envejecidos y descolocados, edificios demolidos, otros atrevidos y coloristas, reformados, amontonados o algo aislados de la urbe, quizá dando el toque de estatus social superior; chimeneas aún humeantes, algunos edificios en construcción. Demuestra y muestra la misma vida, el paso por ella, nuestras etapas. Algunos a pesar de su abandono, dejan muchas historias, mucho que aprender; bueno o quizás desagradable, historia, siempre historia, epigrama del segundo que pasó, persiguiendo a otro que está llegando.

El tiempo se manifiesta caprichoso y fresco, un día gris, “cayendo” una llovizna sin pausa, a través de ventanales de grandes dimensiones, enmarcaban imaginarios cuadros realistas, asomados en una incongruente primavera otoñal…

Una tarde que pasó en escurridizos momentos, agradables. Llegando el fin de la conversación, aderezada y avivada, por el color salvaje de unas cerezas reventonas de Potes, las oscuras con sabor dulce, desparramándose al apretarlas contra el paladar, con un jugo que deja la imaginación suelta. Ves el cerezo en un día soleado, oliendo ese dulzor, donde en su copa se aglutinan los pájaros, ahí están las más maduras y grandes, por efecto del sol,-son catadores e informadores de que la fruta está ya lista para su recolección-, adelantando en maduración a las demás.

Las verdes tienen todos los componentes, dulce y ácido. Contrastes apasionados como en el regusto fuerte que nos da la vida, factores variados, con la satisfacción de saborearla en toda su condición. Incluso la pepita del fruto nos da esa sapiencia, hay etapas duras, inmasticables, tenemos dos opciones, tragarlas o escupirlas. Es la cereza nuestra vida, colgada en lo más alto o escondida entre las ramas, esperando la madurez y su final.

La tarde está “cayendo”, -una frase de mi compañera de poemas nocturnos, alocados y rápidos-, los montes presentan un tono casi negro, la oscuridad envolviendo todo.

Un suspiro profundo, precediendo a la noche y un próximo amanecer, el renacer.

Escuchando una música al piano que relaja, la sorpresa de las hojas aún verdes en el racimo de cerezas… De mi vida.

Ángeles Sánchez Gandarillas ©
11 de junio de 2010

LAS CAÍDAS

La algarabía y el nerviosismo que se notaba por los pasillos era la prueba inequívoca de que las vacaciones estaban próximas. Dentro de esa algarada se encontraban dos amigas que ansiosamente esperaban el último día de clase. Habían tenido un curso difícil y el último trimestre había sido especialmente duro, de mucho trabajo para recuperar algunos suspensos “CAÍDOS” en las dos primeras evaluaciones.

Se encontraban al final de la clase sentadas encima de las mesas, con los pies apoyados en sendas sillas, preparando sus agendas para esos últimos días de clase, ya sin exámenes y sin materias para estudiar.

Los tirantes de sus biquinis asomando en sus hombros dejaban bien claro que sus pasos acabarían en alguna de las bonitas playas que tenían próximas al instituto.

El día no había amanecido excesivamente brillante pero con el paso de las horas las nubes se iban abriendo, dejando hueco a un cielo azul intenso.

Sonó el timbre que daba aviso del comienzo de las clases y casi al mismo tiempo hizo su entrada en el aula la profesora de Literatura. Todos daban por hecho que aquella sería una hora de transición, que pasarían charlando de cosas intranscendentes hasta que pasase el tiempo destinado a esa asignatura, pero el "ALMA SE LES CAYÓ A LOS PIES" cuando la docente les encargó la última tarea del curso para mejorar la nota final. Tenían que hacer un trabajo sobre “LAS CAÍDAS”.

Un clamor generalizado y muchos gestos de desacuerdo por parte de los alumnos no sólo no pudieron conseguir ablandar la férrea postura de la educadora sino que tal actitud empeoró la situación y, como castigo, el encargo deberían de hacerlo en aquel mismo instante.

Las dos amigas se miraron y una de ellas hizo un guiñó de complicidad a la vez que se dirigió, seguida de su colega, hacia la profesora, a quien le explicó que les gustaría hacer un trabajo de campo si les daba permiso para salir a la calle. Querían hacer una encuesta sobre el tema.

Muy contentas, y comentando la “gran jugada” que se le había ocurrido a la “cabeza pensante” del tándem, se encaminaron hacia la playa. Por el camino de ida, y ya en el arenal, preguntaron a las distintas personas con las que se encontraron sobre el tema del trabajo y estos fueron los resultados.

Dos chicos que se encontraban en un banco del paseo marítimo, al ser preguntados, comentaron que lo primero que se les ocurría sobre las caídas era una película que les había dejado marcados titulada "LA CAIDA". Era una película alemana que narraba los últimos 12 días de la vida de Hitler. Donde se mostraba cómo el máximo responsable de la muerte de millones de personas era capaz de ser dulce con los niños, caballero con las damas y cariñoso con su perro. Película que levantó gran polémica al dar una imagen dulce y amable de una de las peores bestias humanas de la historia mundial.

A mitad del trayecto hacia la playa, un pescador, sentado en su silla plegable junto a la ría, colocaba los cebos en su caña Al preguntarle sobre el tema contestó amablemente que la que más le preocupaba, al buen hombre, era la "CAÍDA DEL PELO". Llevaba algunos años tratando de encontrar algún remedio contra esa enfermedad. Había usado de todo. Desde los productos tópicos, hasta el láser, pasando por combinados farmacológicos que, como saltaba a la vista, no habían conseguido poner remedio a su mal. Un mal que no sólo afectaba a su físico, también acarreaba problemas psicológicos como la depresión, complejo de inferioridad, inseguridad, fobias… En fin, su encuestado pensaba que era la peor caída que se podía sufrir.

Ya en la playa, las encuestadoras se acercaron a unos muchachos que jugaban a las palas. Como no podía ser de otra manera, su respuesta fue deportiva. Eran grandes aficionados al tenis, por eso la "CAÍDA DEL TENISTA" Federer, en cuartos del Grand Slam, había sido muy comentada entre su grupo de amigos. Además como racinguistas estuvieron a un paso de sufrir "LA CAÍDA A 2ª DIVISIÓN" del equipo de sus amores. Afortunadamente los asturianos siempre están dispuestos a echar una mano a quien lo necesite y eso fue lo que hizo el Sporting en el último partido de la Liga. Salvarles de una CAÍDA segura a 2ª división.

A una señora que paseaba por la orilla del mar, con sus alpargatas en la mano y los pantalones arremangados por encima de las rodillas, para evitar que se mojasen con las olas que masajeaban sus doloridas varices, también le preguntaron.

-¡Ay hijucas!, Para mi la caída más preocupante es la que sufren los trabajadores en los últimos tiempos. "LA CAÍDA DE LOS PUESTOS DE TRABAJO, DE LOS SUELDOS…" y con ello la "CAÍDA DEL CONSUMO". Esto es una cadena que va haciendo que poco a poco todos nos vayamos cayendo. Pero preguntarle a mi marido que él sabrá contestaros mejor que yo.

Diciendo esto les señaló a un señor que se acercaba haciendo “footing”. Sonriendo y con una mirada pícara les preguntó qué era lo que vendían. Al hacerle la pregunta sobre "LA CAÍDA" se paró y su semblante se endureció.

-¡Todo se está cayendo!, Hasta el Euro y aunque nos agachemos para recogerlo no vamos a solucionar nada porque lo que cae es su valor en comparación con el Dólar, que es la moneda con la que se miden todos los dineros mundiales.

¿Y qué decir de la "CAÍDA DE LA BOLSA"? en donde los pequeños accionistas perdemos nuestros ahorros de tantos años de trabajo, los nervios, y a veces hasta la vida.

¡Compra!, ¡Vende!, Es muy complicado ese mundo bursátil que mueve los hilos de la economía mundial.

Vosotras no habréis oído hablar del famoso “Crack del 29”, el mayor desastre bursátil de la historia que arruinó a familias enteras provocando suicidios masivos, quiebras bancarias, incluso crisis de estados. Aquí en España tuvo mucho que ver con la caída de Primo de Rivera facilitando el camino a la República.

Después de agradecerles su colaboración siguieron con la búsqueda de diferentes tipos de personas pues se estaban dando cuenta de que una misma palabra podía tener tantos significados diferentes como distintas eran las personas encuestadas.

Un poco más adelante vieron a una madre con dos niños pequeños. Sintieron curiosidad por saber qué pensaría una madre que además, si estaba a esa hora en la playa, sería más que probable que también fuese lo que comúnmente se llama ama de casa. Se acercaron y efectuados los saludos de rigor y algunas carantoñas a los pequeños, entraron en materia.

Cuando le hicieron la pregunta la señora no tardó mucho en contestar. Les dio la impresión de que el tema lo tenía muy presente en su mente porque rápidamente les hizo saber que precisamente estaba pasando la época de "LA CAIDA DE LOS DIENTES DE LECHE" de su hijo mayor. Era una etapa más en el crecimiento de los niños donde la tradición del Ratoncito Pérez facilitaba las cosas a los pequeños al hacer posible que la pérdida de un diente resultase una fiesta en lugar de una tragedia.

El ser madre también acarreaba algunas caídas importantes como "LA MATRIZ CAÍDA", "LA VEJIGA CAÍDA", "LOS PECHOS CAÍDOS…" Y con "LA CAÍDA DE LOS AÑOS" el cuerpo femenino iba padeciendo diferentes caídas musculares. Los ya mencionados pechos, los glúteos; los “michelines” también van cayendo… Y en el sector masculino igualmente se van apreciando algunas “caídas” significativas.

Con unas risas por la ocurrente respuesta de la señora, se despidieron y decidieron que ya tenían un trabajo lo suficientemente completo como para tomarse un pequeño descanso.

Se dieron un chapuzón y se relajaron al sol, tumbadas en sus toallas. Casi se estaban quedando dormidas cuando el sonido de una avioneta les hizo abrir los ojos justo a tiempo de ver abrirse varios paracaídas. Eran unos chicos que estaban practicando la "CAÍDA LIBRE".

Se miraron y con sonoras carcajadas tomaron nota de algunas caídas más. Desde las avionetas, desde los puentes... El tema a tratar estaba resultando de lo más completo.

Decidieron regresar a la clase y por el camino les vinieron a la memoria algunas más como la "CAÍDA DE CONSTANTINOPLA", la "CAÍDA DE LOS DISTINTOS IMPERIOS" a lo largo de la historia, la "CAÍDA DEL MURO DE BERLÍN", y cómo no, no podían olvidarse de las numerosas caídas que sufrían a menudo, en los momentos más inoportunos, los servidores de Microsoft.

Dejamos ya a las dos chicas entregando su trabajo a la profesora de Literatura con la convicción de que su nota sería inmejorable. ¿no os parece?

Laura González ©
Junio 2010-06-18

HE CAIDO EN SAN VICENTE DE LA BARQUERA

Maravillosa villa cantabra y marinera, donde decidí vivir. A esta villa y a sus gentes les debo mucho, siempre estaré en deuda con ellas.

Tras la gran caída en un momento de mi vida, me refugié en San Vicente. Yo en esos momentos me encontraba como un barco a la deriva, sin rumbo ni horizonte, como un náufrago agotado de nadar y luchar por llegar a una isla. Me aferré a San Vicente, a su paisaje, a esa bella estampa del puente con la marea alta, a la panorámica única con los Picos de Europa nevados al fondo del Castillo, a cuando bajo por las Calzadas y me detengo encontrándome esa fotografía tan bella del mar... sus barcos... Mis pupilas se dilatan y deleitan ante tanta perfección de la naturaleza.

He tenido la gran suerte de conocer, personas abiertas, acogedoras que me han dado cariño, calor. Cada una de ellas ignora lo que me han ayudado a conseguir lo que hoy soy. Poseo una lista muy, muy larga de ellas y deseo que si leen u oyen este escrito se vean en el incluidas, todas y cada una de ellas.

Me agradaría escribir sus nombres pero, no las quiero incomodar, aunque los pondría en mayúsculas diciendo: esta...por esto y por esto, la siguiente: por esto y por lo otro, pero no, no lo voy a hacer. Detalles como:

-A tal hora café.

-Ven a cenar a casa.

-He hecho un bizcocho, ven a merendar.

-Como es tu cumpleaños, hay cenita.

-Te acompaño al médico.

-Te instalamos la TDT.

-Te llevo al aeropuerto.

Correos por Internet alentándome a continuar en el Taller con una frase como: “eres la cerilla que...” y más correos con mensajes llenos de cariño, llamadas, abrazos...

Actualmente me siento bien e integrada, gracias al cariño y acogida de estas personas únicas, naturales, entrañables. Estoy agradecida a esta Cantabria Infinita, que lo es por muchos aspectos; estáis en mi corazón.

Por ser el ultimo escrito del corto, ameno y grato año, mi agradecimiento ¡cómo no! a ti Foncho, por leerme y corregirme pacientemente.

Un abrazo a todas las personas que viven en San Vicente de la Barquera, nunca os olvidaré y deseo continuar “caída" por aquí, si me lo permitís.

Ana Pérez Urquiza ©
Junio 2010

martes, 1 de junio de 2010

ASÍ PUDO SER


Despuntaban las primeras luces del alba cuando unos suaves golpes sonaron en la puerta principal, tan imperceptibles fueron que de no haber estado esperando desde hacía un buen rato, justo al lado, no los habría podido oír.

Por un momento dudó de si realmente lo que sonaban eran los toques en la puerta o los latidos de su corazón que parecía querer escapársele del pecho.

Estaba nerviosa…Pero no, no eran nervios lo que sentía, era excitación. Estaba excitada pensando en la gran aventura que comenzaban en ese día de finales de abril y que culminaría 15 días después si todo marchaba según lo previsto.

Una sonrisa nerviosa se dibujó en su rostro al percatarse de la palabra que acababa de usar: “marchaba”. Si hubiese buscado una definición más descriptiva de lo que les esperaba no la habría encontrado, porque eso era, precisamente, lo que iban a comenzar: una larga marcha que tenía como meta la gran plaza del Obradoiro.

Volvió rápidamente en sí de sus ensoñaciones y se apresuró a abrir la puerta. Al otro lado se encontró con la que sería su compañera de fatigas y alegrías durante el camino.

Las dos sabían que sería una experiencia muy dura pero todo lo bueno en la vida conlleva un sacrificio que hace valorar mucho más el resultado.
Se saludaron en silencio con una leve sonrisa, cerraron la puerta tras ellas y comenzaron la andadura.

No llevaban equipaje. Tan solo una mochila con lo más imprescindible. Un par de piezas de ropa de quita y pon, un hornillo casi de juguete y una cacerola que bien podría haber sido requisada de los juguetes de sus nietas, donde poder calentarse una sopa en los momentos de desfallecimiento que sin duda llegarían.

Parecía que la buena climatología las acompañaría en esa jornada. Aunque UN FRIO VIENTO LLEGABA DE LA COSTA no les preocupaba en demasía pues como buenas conocedoras de las señales que la naturaleza envía a quien sabe descifrarlas, sabían que la dirección del viento les auguraba un buen día de sol sin excesivo calor. Circunstancia que les permitiría caminar más cómodamente durante la primera etapa.

Poca conversación durante el camino. Las dos tenían muchas cosas que contarse a sí mismas y era la ocasión idónea para hacerlo.

Tendrían mucho tiempo para estudiarse íntimamente, conocerse a fondo. Culparse y perdonarse; loar y maldecir cada cosa buena y mala que la vida les había deparado; agradecer y reprochar a cada persona que han conocido a lo largo de sus vidas. De todas ellas han conseguido un trozo de sapiencia. La vida es eso, experiencias que se van acumulando con el paso del tiempo. Se aprende de todo y de todos. Es en el día a día, con las cosas buenas, malas y regulares que nos toca vivir, lo que nos forma un carácter único y especial que todo ser humano tiene y que no siempre se llega a conocer a fondo.

Nuestras peregrinas tuvieron muchos momentos duros durante el camino, pero también los disfrutaron de alegría, de conocer buena gente que todavía queda por el mundo.
En las ocasiones en que se encontraban con esas personas sanas, con ganas de ayudarlas, de suavizarles un poco las penurias físicas producidas por el esfuerzo y sacrificio del camino, las dos coincidían DIRIGIÉNDOSE UNA MIRADA CÓMPLICE sabedoras de que esos “pequeños” gestos recibidos les servirían como acicate para seguir adelante.

En varias ocasiones les surgieron las dudas al tener que elegir entre varias posibles rutas a seguir. Era entonces cuando se paraban para descansar y PODER DISCUTIR los pros y los contras de cada opción. Siempre se decidieron a tomar el camino “primitivo”.

Al haber tantas rutas existen diferentes opiniones sobre cuál es el “verdadero “ camino. Nuestras peregrinas piensan que “verdaderos” son todos aquellos que te llevan a Santiago como destino final. Ellas han optado por seguir el que se conoce como “camino primitivo”. Ni mejor, ni peor que los demás. Simplemente fue su libre elección.

Las etapas diarias las comenzaban a una hora que para la mayoría de los peregrinos puede parecer tardía, pero no les gusta madrugar.

Por las noches en los albergues destinados a recibir y acoger a tan sacrificados peregrinos hay intercambio de noticias, experiencias, consejos, y poco a poco el cansancio hace que EL MURMULLO GENERAL SE VAYA DILUYENDO Y QUEDE EN EVIDENCIA ALGUNA SUAVE VOZ terminando de narrar su historia.

En la oscuridad de la habitación comunitaria LAS MIRADAS SE DISPERSAN Y QUEDAN ELLAS DOS SOLAS CON EL BRILLO EN SUS OJOS que les produce la satisfacción de un proyecto conseguido.

Al día siguiente todo habrá terminado, o quizás sea en ese momento, junto al Santo, con su sueño cumplido, cuando realmente todo comience de nuevo.

Laura González Sánchez ©
Mayo 2010

UNA TARDE DE MAR


Se habían adentrado en el mar más de la cuenta. Aquella tarde decidieron salir a disfrutar ellos solos, sin familia ni amigos; sería bueno para hablar de sus problemas tranquilos.

La tarde iba cayendo y “un frío vientecillo soplaba desde la costa”. Elsa entró a ponerse un grueso jersey de colores que ella misma había tejido y volvió a salir a cubierta. El mar se aquietaba. Se quedó contemplando el paisaje; desde allí no se distinguía la playa, pero sí en lontananza las casitas de los montes con las montañas al fondo cubiertas de nubes sin casi apreciarse.

Juan la había dicho “que podían discutir” sus puntos de vista en aquel problema endiablado que los tenía sumidos en un sin vivir.

Echaron el ancla y la embarcación quedó a merced del vaivén de las olas meciéndolos. Hablaron, discutieron sus puntos de vista y después ya más tranquilos hasta merendaron. Los restos estaban esparcidos por la mesa. Una botella de vino tinto, empanada y fruta fresca.

Su marido seguía pilotando, atento, la pequeña embarcación que con tanto sacrificio consiguieron comprar hacía algunos años.

El horizonte se oscurecía, pero el suyo se iba aclarando.

“Juan se volvió a mirarla con complicidad y la sonrió” Elsa le devolvió también una amplia sonrisa y un beso en el aire”. La tormenta, su tormenta, se esfumaba y la cordura y el amor que se tenían iba madurando; se comprendían cada vez mejor

Elsa sigue contemplando la estela que va dejando la embarcación y se acuerda de repente de una frase que escuchó a alguien. (van subiendo los peldaños de la vida y ahora están en un descansillo, el descansillo de la felicidad)


Mª Eulalia Delgado González ©
Mayo 2010

ESPÉRAME MI AMOR...


"No me lo podía creer, Salí corriendo, sin darme cuenta que te había dejado atrás.

Solo necesitaba que el frio viento, que llega desde la mar, me ayudara y se llevara mis pensamientos y a ti con ellos. Cuando me di cuenta, había llegado a nuestro lugar secreto, donde, por primera vez, encontré esa mirada cómplice, que hizo que tocara el cielo con mis manos.

De repente mis ojos, empezaron a llorar, y la brisa cómplice de ti, intentó secarlas, pero fue inútil. Porque no se puede secar un mar de lagrimas, solo con tu aliento. Y entonces me di cuenta, ¿qué hago aquí?, Discutiendo con el viento, si es contigo con quien quiero hablar."

"Al regresar a casa, abrí la puerta y encontré un murmullo, de esos que cuando entras en un lugar se diluye y solo queda el silencio, esperé encontrar tu voz, pero escuché la brisa cómplice.

Me pregunté, ¿qué hacia toda esa gente en nuestra casa? Y de repente me di cuenta que, sus miradas estaban perdidas y en sus ojos no había brillo.

Entonces, fui a nuestra habitación y estabas allí donde te había dejado esta mañana.

Busqué tu mirada, esa mirada que hacia desvanecer el mundo, y que solo estuviéramos tu y yo.

Te besé, fue el beso más bonito y triste de mi vida. Porque tú, mi amor, no me le devolviste.

Y allí me quedé junto a ti como siempre había soñado. Me despedí con ese beso y tú me acariciaste el pelo con tu brisa cómplice.

Espérame mi amor, algún día volveré a tocar el cielo con las manos.

Jezabel Luguera González©
Mayo 2010

SIN TEMA

¡Hala, ahí te las den todas! Escribir un relato, poema ó lo que nos venga en gana que contenga las frases entrecomilladas. ¡Como si la cosa fuera tan fácil como decirlo! Escribir si, pero… ¿sobre qué? Ahí está precisamente el quid de la cosa, que por más que lo intento, no encuentro tema apropiado sobre el que teclear un rato.

Oye, que cuando quieres escribir y no encuentras tema… ¡te da una rabia…! Y te quedas delante del “ordenata” como un pasmarote, con la mirada fija en la pantalla y las neuronas revolviéndose en el cerebro lo mismo que se revuelve la ruedita esa del “Google” cuando busca y no acaba de encontrar.

Bueno, pues así llevo ya un rato largo, y me estoy dando cuenta que empiezo a notar calor en la frente y frío en los pies. ¿Será ese “frío viento que llegaba desde la costa” según decía una de las frases entrecomilladas, o será porque realmente la frialdad que acarrea la inactividad intelectual empieza a insinuarse en esta especie de remos que las personas movemos para desplazarnos de un lugar a otro?

Mientras escribo, (y estoy escribiendo para que me leáis vosotros, mis queridos compañeros del Taller,) me parece que estoy viendo vuestras caras como cuando sentados todos juntos leemos nuestros trabajos, y veo que ni por caridad “me dirigís una mirada cómplice” que indique que estáis de acuerdo con lo que digo. Se ve que el tema os deja indiferentes. O peor aún, que no os gusta porque en realidad no hay tema, que os estoy aburriendo como ostras, que no se yo que coño de ostra fue la que informó a los humanos de lo aburrida que ella llevan la vida.

Y no, no me extraña que os aburra con lo insulso que resulta este relato. ¿Qué no es insulso, decís? “Entonces podemos discutirlo”, porque yo estoy seguro que lo es. ¿No os dais cuenta que parezco un político con tanto hablar, hablar y hablar y al final no decir nada?

Me gusta más nuestro trabajo cuando Foncho nos pone un tema obligado, porque así sé hacia donde debo orientar mi esfuerzo. ¿A vosotros, no? Porque yo creo que hoy estoy escribiendo algo que se aproxima bastante al esperpento. Si, callad y esperad a que “el murmullo general se diluya, y veréis como queda en evidencia mi voz, que nada tiene de suave”. ¿No os dais cuenta que llevo un rato escribiendo y no os he dicho nada en concreto? Si, lo veo en la mirada de todo el grupo: veo como “vuestros ojos brillan” interrogantes como preguntándoos si este tipo les estará tomando el pelo, y me estoy temiendo que de un momento a otro desaparezca la atención que me estáis prestando, “las miradas se dispersen, y quedemos nosotros dos solos”, mi relato y yo. Porque para escuchar tonterías de este tipo no es a lo que vosotros venís aquí. Pero bueno, al fin coloqué todas las frases entrecomilladas que es de lo que se trataba, aunque repito, me hubiera gustado más hacerlo sobre un tema concreto.


Jesús González González. ©
Mayo 2010

FRAGMENTOS


Soplaba un frío viento que llegaba desde la costa y parecía una incongruencia, un contrasentido en la tarde de primavera, pero así era. El nordeste y la brisa llegaban con fuerza, golpeando con sus besos invisibles el alma del hombre, y éste, dolorido de soportar tantas muestras de cariño, tanta rabia acumulada y tantos celos enclaustrados, lanzó un suspiro hacia el cielo, en un grito silencioso, una súplica, un oración a Dios, entre lágrimas y llantos para que cesara ya ese remolido, ese volcán de pasiones, ese eterno viacrucis hacia el Gólgota.

...Pero el cielo le envió una mirada cómplice, un susurro levemente hasta su alma, una música velada y sin sentido.

"Ten fe, -le decía-, todo pasará, esto sólo es fruto de un momento, pero lo vas a superar, puedes estar seguro".

Mas el hombre, nuestro hombre ya estaba cansado de la lucha, cansado de ese viento, cansado de sus besos venenosos y cobardes, cansado del cariño que, decían llegaba con la brisa y no sentía, cansado de su lucha diaria con la vida y con sus letras. ¡No!, ya nada tenía sentido. ¿Para qué seguir luchando?, ¿para qué enfrentarse a los designios del destino?, ¿para qué amar un imposible?, ¿para qué escuchar a la brisa, con su música invisible, que llegaba envenenada hasta su alma?

-"Entonces podemos discutirlo"

Eso dijo alguien y su voz llegó como un eco a nuestro hombre.

-¡No!, no es para tanto, todo se puede discutir, todo se puede dialogar, también se puede hablar de tú a tú, mirando fijamente las pupilas y tratando de buscar lo que se esconde tras las mismas.

Pero ya era tarde y nuestro hombre estaba solo en esa soledad del guerrero abandonado en el campo de batalla. Sólo el vacío y la soledad, sólo las lágrimas y el llanto, el recuerdo de aquel beso tan amargo y un pasado no brillante, la nostalgia de unos versos mal escritos transportados al cuaderno por sus dedos, sólo eso y un montón de sueños ya caducos y lejanos, aunque sigan aflorando sus latidos y recuerdos.

...Un murmullo que se diluye con el viento, en esa especie de canto que proviene del mar y del salitre y que baja de la luna y las estrellas. Se escucha una suave voz que queda en evidencia, es una frase con dos versos rescatados de un poema que nunca salió hasta la cuartilla, unas letras simplemente con un nombre y un mensaje:

"...Estoy triste y mis labios susurran unas letras que forman tu nombre..."

Una vez y otra vez, la frase se repite en los labios de este hombre que ahora llora, del niño con tras el alma del poeta, el que marcha sin pausa hacia el destierro, el que embarca en ese tren hacia la nada, el que sale y se diluye como el humo en la distancia.

Sin embargo es cierto que sus ojos brillan y lo hacen con la fuerza de ese llanto derramado, con el agua que ha regado las semillas de una tierra fecundada, entre cardos y azucenas, entre espinas y entre rosas, entre matos y entre jaras, con el alma remendada en ese pecho destrozado que suspira..

Puede ser que sean fiebres ese brillo de sus ojos, puede ser que sea el sueño que allí sale, puede ser que sea simplemente esa eterna fantasía de la muerte que ya viene, que le roza suavemente con sus alas, que le arropa para hacerle más liviano su trayecto, que le besa como el viento del principio, que le abraza y que le ahoga, y le lleva hacia el Parnaso con su barca.

Las miradas se dispersan con las nubes y al final se quedan los dos solos, frente a frente. Nuestro hombre con el viento, en eterno desafío, preguntando por los besos que le llegan con la brisa, por las lágrimas traidoras que bajaban por su cara, por los cientos de promesas susurradas en su oído por las olas de la playa, con el alma que se ahoga y que ahora tiembla por el llanto, con el pecho dolorido y ya sin sangre que suspira, con el sol y con la luna que se alternan por el día y por la noche.

Y así acaba esta parte de la historia; los dos solos frente a frente, nuestro hombre y su conciencia, nuestro hombre con su alma, nuestro hombre con sus sueños, con la luna y las estrellas, escuchando la resaca que ahora llega a la ribera.

Rafael Sánchez Ortega ©
31/05/10

PRIMAVERA DE NOSTALGIA



Basta un trino en el alba
o una flor que se abre
con la caricia del sol
y el perfume que se extiende
de un aroma embriagador.

Es para verte
candorosa primavera,
y palparte tu presencia,
es para todos ilusión,
son los trinos y las flores
para escribir allí tu nombre
y amarte, alegre primavera.

Es el sol que acaricia generoso
para dar su bonito color,
son los pájaros, el cielo azul,
la mañana y el rosa
que sus flores ya brotó.

Alegre primavera
donde reina la calma
y nos llenas de emoción,
la brisa que penetra
perfume inconfundible,
mariposas en el aire
y abejas que liban
de flor en flor.

Y la mañana que confunda,
ese viento que llega de la costa
no entiende de fechas
ni de calendarios y esos días
de penumbra, grises,
que encojen el corazón.

Cuando a las pocas horas
el sol resplandece,
le dirijo una mirada cómplice
y una sonrisa que me llena
de emoción y felicidad.

Blanca Santos ©
15/05/2010

NOS DECIMOS



Para la musa que me inspira en mis noches de soledad

Amiga mía, me alborotas
me conquistas en las noches
me exasperas a preguntas
te contesto yo con otras
y al final una ni otra
no sabemos que decirnos
nos reímos y lloramos
luego un poco ya agotadas
de palabras mil cruzadas
por las ondas nos decimos,
un poema, un escrito,
tú me inspiras,
yo te incito,
con palabras,
con suspiros…
Mi cabeza ya delira
me da vueltas, me mareo;
aparece, al fin tu escrito
y un poema con sentido
llega pronto a mi correo
¡ay mi nena!, te contesto
pues me dejas asombrada
con ternura te respondo
y te muestro mis afectos
en palabras entregadas
pues mi musa está contigo,
tu cariño ya me embarga
y por eso amiga mía
estas letras con las gracias
que te escribo en una prosa
gracias chica voluntaria,
¡gracias, gracias repetidas!
por tu afecto y tus palabras
ahí te mando mi cariño
ademas de con un guiño
con abrazo muy sincero
que envío con un beso.


Flor Martínez Salces ©
Mayo 2010

CONSIGNA


La casona de piedra, estaba situada en una loma, junto al mar, rodeada de frondosos árboles, el techo de pizarra, ventanas adornadas con bonitas flores primaverales y trepando por sus paredes, verde y fresca hiedra.

Daniel, se encontraba sentado en uno de los porches; un frío viento llegaba desde la costa... su teléfono sonó, sonrió, era Raquel, reconoció el número:

- Hola Raquel.

-¿Cómo estas Daniel?.

-Esperando tu llamada, después de esa mirada cómplice que me dirigiste el otro día en la cena.

-Lógico, no quería que nadie notara mi sorpresa y enfado, intenté disimular todo lo posible...

-Entonces... ¿te recojo mañana?

-¡Si!, tenemos que hablar Daniel.

-Lo sé, podremos discutirlo

Raquel respondió que de eso se trataba, de aclararlo todo entre ellos. Daniel, intranquilo, decidió coger el todo terreno y dirigirse a la playa de fina y blanca arena para recorrerla y poder pensar. El cielo era de un azul intenso esa mañana, salpicado de nubes en forma de borreguitos, miro al mar... al cielo... no supo cual de los dos se reflejaba en ese espejo invisible que los separaba.

Por la tarde del día siguiente acudió al encuentro de Raquel. Cuando la vio llegar con el fin de semana en una mano vestida informal, pero perfecta, radiante y bella, los ojos de Daniel brillaron, se aproximo a ella y le dio un beso en la mejilla, ¡qué bien olía!, llevaba el último perfume que él le regaló en su cercano cumpleaños. El murmullo general que reinaba en el aeropuerto se diluyó y quedó en evidencia la suave voz de Raquel diciendo:

-Hola, Daniel.

Entonces él, se acercó mas, con su mano cogió suavemente la nuca de Raquel para besar sus labios. En ese momento, para ella, fue como si las miradas de todas las personas se dispersaran y quedaran ellos dos solos en medio de ese aeropuerto.

Daniel paró el coche frente al mar antes de llegar a su casa, la noche invitaba a ello, como techo tenían las estrellas y una gran y luminosa luna. En el aire había una mezcla de mar y jazmines. Cojidos de la mano y rompiendo el hielo, comenzó Raquel:

-¿Por qué me ocultaste tu verdadero origen Daniel, yo he entregado todo en esta relación, me siento engañada, no has sido sincero conmigo.

-Lo siento Raquel, ya me ha ocurrido antes. Por mi posición se han acercado mujeres... y me han hecho daño, perdóname, sé que tú eres diferente, pero entiéndelo que dudara. En estos largos días sin ti lo he analizado, no me he portado bien contigo, sé como te has podido sentir.

-Daniel, ahora soy yo la que duda al conocer quien eres ¿seré una aventura mas?, me asusta, no me ha gustado enterarme en una cena y por terceras personas, tengo muchos interrogantes, me...

...Entonces él, subió el volumen de la radio, en ese momento sonaba su canción ya que todas las parejas tienen una, y la que esa era la de Raquel y Daniel, la del DIA en que se conocieron en aquellas vacaciones... y en ese momento volvía a sonar... para ellos en esa noche.

Ana Pérez Urquiza ©
Mayo 2010

AMORES EN GUERRA


El viento frío diluye el murmullo y las miradas cómplices. Su suave voz quedó entonces en evidencia.

-Podemos discutirlo...

Sus ojos brillan, ellos se quedan solos.

Un general llegaba desde la "Costa Dos", les dirigió una mirada y se dispersaron.

Ángeles Sánchez Gandarillas ©
San Vte. de la Barquera
31 de mayo de 2010