Una
mañana de Abril, en que el sol nos regalaba sus primeros rayos dorados y
estábamos disfrutando la llegada de la primavera en casa de la abuela Mamen,
desayunando en el jardín, la primavera, despuntaba en cada rincón, los
tulipanes lucían con toda su belleza, las margaritas, agradecidas, ante los
rayos del sol, se habían abierto tras la noche fría, aún con gotitas de rocío,
el arce estaba repleto de pequeñas hojas y en sus ramas piaban y trinaban
pajarillos alegres, saltando de rama en rama. ¿Bonito, no es verdad? Sí,
demasiado para mi familia.
En esa plácida
mañana primaveral, irrumpió un coche de policía; nos sobresaltamos y hasta los
pájaros enmudecieron.
-Buenos días
señores.
-Buenos
días -respondió papá-. ¿Qué se les ofrece señores?
-Vera -respondió uno de los dos policías-, hemos recibido una llamada de un
niño que precisaba nuestra ayuda, ha dado esta dirección y nos hemos presentado
lo antes posible.
-¿Un niño les
ha telefoneado desde esta dirección?
-Me temo que
así es señor, hemos comprobado el número de teléfono y concuerda con esta
dirección. Al preguntarle su nombre, ha respondido, que se llama Guillermo y
que está aquí. "Necesito su ayuda", nos ha dicho, vengan cuanto antes y ha añadido
que tiene un problema. Y claro tratándose de un menor ¿Qué está pasando aquí?
-Ignoro qué
está pasando, pero les aseguro que va a pasar -dijo papá dirigiéndose hacia
casa.
Aguardamos
expectantes y en silencio que la abuela rompió diciendo:
-¿Desean tomar
un café, amables agentes de la ley y el orden?
-No, gracias
señora, estamos de servicio.
-Sí, es verdad
el café, es un vicio, pero tomen, tomen ¿y una pastita?
Papá regresó
con Guillermo y Mía, nuestra perrita, que salió alborozada al encuentro de los
policías. Mi padre, se dirigió al okupa con el ceño fruncido:
-A ver,
Guillermo ¿Has llamado a estos señores, para qué?
-Sí, les he
llamado yo solito, porque la policía lo soluciona todo y vi el número de
urgencias, decía que si tiene algún problema llame al cero noventa y uno, y es
lo que he hecho ya que tengo un problema.
-¿Y cuál es
ese problema? ¡Guillermo, por dios! -dijo mamá sonrojada. Okupa respondió:
-Tengo un
problema de Matemáticas, “mu”, pero que, “mu”, gordo. El problema dice: Si
tienes cinco manzanas, te comes dos y otra tu hermana, ¿Cuántas manzanas te
quedan? A mí, no me gustan las manzanas y a Cris, tampoco, ¿Qué hago? Pues,
eso, llamar a la Policía “arreglaproblemas”, la Seño de “Mates” nos dijo que es
para mañana.
Este okupa,
una vez más, se ha metido en un marjal muy pantanoso, no sé como va a salir de
esta, pensé yo.
-Guillermo
¿Cuántas veces te he dicho, que con el teléfono, no se juega? - dijo mamá.
-Tu dijiste
que si necesitaba ayuda llamara a alguien ¡Sólo tengo cuatro años!
-Sí, pero en
este caso, no a la Policía -dijo mamá.
-Señores -dijo papá muy agradecido-, han
cumplido con su deber, del mío me encargo yo. Guillermo, estás castigado, hasta
el Juicio Final. Okupa respondió:
-Yo, no os
entiendo a los mayores, ¿Qué hago con las cinco manzanas señores policías, les
gustan las manzanas?
Ana Pérez Urquiza ©
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