Gafas
espaciales
Desde pequeño me ha fascinado el espacio los planetas y sobretodo
las estrellas, me imagino que tenga que ver con el telescopio que me
regaló mi tía unas navidades, junto a un libro donde ponía “ las 500
respuestassobre el espacio”, al principio no me hizo nada de ilusión, la
verdad, no puedo negarlo, yo quería una bicicleta para ir al parque con Quique
y estos, y como os podéis imaginar el telescopio estaba terminantemente
prohibido sacarlo del balcón de mi cuarto, por orden suprema de mi madre.
Asique mis amigo me llamaban pringao porque no había recibido una
bici como la suya por navidad, estuve varias semanas enfadado con el mundo
o mejor dicho con el espacio, ¡qué me importaba a mí si las
estrellas tenían nombre o si tenían tantos años que no se sabe si cuando las
estás mirando ya no existen!, yo quería algo con lo que jugar en mi poco tiempo
libre entre los deberes, judo y mi particular de inglés.
Pero una mañana mientras el Bacterio nos daba su charla sobre la
naturaleza dijo: “tema nuevo el espacio y los planetas” Guille y estos me
miraron con una sonrisa en sus caras, yo la verdad les ignoré ya sabéis
seguía enfadado con el mundo pero al cabo de unos minutos, Bacterio hablaba de
cosas que nunca me había imaginado y de datos históricos que nunca había
escuchado: del Bigban, de telescopio gigantes, que con mi simple telescopio y
un poco de paciencia podría ver otros planetas, “eso yo no lo sabía”. Va ser
verdad que mi tía Sara va seguir siendo mi tía guay.
En cuento llegué a casa y mis deberes me lo permitieron, cogí el
libro que todavía seguía en su envoltorio,(en el suelo de mi cuarto), y decidí
buscar alguna respuesta sobre el espacio.
Desde entonces no he dejado de leer y releer ese libro, es más
mientras escribo estas palabras miró de soslayo para comprobar que sigue en su
sitio, en el tercer estante de la estantería de mi despacho, en el observatorio
de Ager.
Quién lo iba decir que después de veinte años de aquel inesperado
regalo iba a trabajar en este pequeño paraíso de Lleida, si no lo conocéis os
animo a echarle un vistazo por internet. Ahora soy yo el tío que regala
telescopios a sus sobrinos y como podéis imaginar les gustan tanto como a mí a
su edad, aunque a Mario, mi sobrino el pequeño, no ha querido ni abrirlo,
(sigue con el papel de regalo puesto), es que el pobre tiene un ojo vago
entonces me dice que el único ojo que tiene sin parche ve muy poco y claro que
solo ve oscuridad y que para eso… pues que apaga la luz de su cuarto.
Pues gracias a esa conversación, barra petición de Mario, me tenéis
aquí mirando libros para inventar algo para que pueda observar el universo.Lo
más fácil ya lo tengo, el nombre: “las gafas espaciales” y el resto es una hoja
en blanco encima de mi mesa.
-¿Cómo le explicas a un niño, que las cosas no se inventan de un
día para otro? pues la verdad no se puede, los días pasan, mi desesperación
aumenta y la paciencia de mi sobrino disminuye de manera proporcional.
Una tarde mientras un viejo amigo me intentaba convencer de que
cambiara de televisión, porque estoy anticuado según él, una bombilla se
encendió en mi mente, éste se había comprado la maravilla de las maravillas en
televisiones, una televisión de 46 pulgadas, curva y 3D, (losé, es un pedazo de
televisión, ya solo por el tamaño), me contaba que cuando veías algo en ella
era como estar dentro de la imagen y en ese instante le dije que acaba de
encontrar mis gafas espaciales y le colgué el teléfono.
Preparé todo ese mismo día, fui a comprar una televisión curva-3D
para mi casa y le pedí expresamente a la dependienta que me envolviera unas
gafas 3D para regalo y pusiera una nota:
“GAFAS ESPACIALES”
Estaba tan emocionado que llamé más de cuatro veces a mi hermana
para avisarla de que iba yo a buscar a Mario a la escuela, que la extraescolar
de hoy era en mi casa, cuando se montó en mi coche y vio el regalo sabía que lo
había conseguido. Se las puso de inmediato y decepcionado me dijo que no
funcionaban que él veía lo mismo que sin ellas, me eché a reír y le dije que
solo funcionaban en mi casa, (nuestro observatorio particular). Al llegar a
casa le mandé cerrar los ojos encendí la televisión, apagué las luces y puse el
documental sobre el big bag y cuando le mandé abrir los ojos, comprendí que
todo mi esfuerzo fue recompensado con su cara de alucinado, (no tenía precio),
y desde aquel día, Mario tiene una extraescolar más en su observatorio
particular y su libro de texto solo tiene 500 preguntas.
Jezabel Luguera ©
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