martes, 1 de noviembre de 2016

GAFAS

Gafas espaciales
Resultado de imagen de HABITACION LLENA DE ESTRELLAS
Desde pequeño me ha fascinado el espacio los planetas y sobretodo las estrellas, me imagino que tenga que ver con  el telescopio que me regaló mi tía unas navidades,  junto a un libro donde ponía “ las 500 respuestassobre el espacio”, al principio no me hizo nada de ilusión, la verdad, no puedo negarlo, yo quería una bicicleta para ir al parque con Quique y estos, y como os podéis imaginar el telescopio estaba terminantemente prohibido sacarlo del balcón de mi cuarto, por orden suprema de mi madre.

Asique mis amigo me llamaban pringao porque no había recibido una bici como la suya por navidad, estuve varias semanas enfadado con el mundo  o mejor dicho  con el espacio, ¡qué me importaba a mí si las estrellas tenían nombre o si tenían tantos años que no se sabe si cuando las estás mirando ya no existen!, yo quería algo con lo que jugar en mi poco tiempo libre entre los deberes, judo y mi particular de inglés.

Pero una mañana mientras el Bacterio nos daba su charla sobre la naturaleza dijo: “tema nuevo el espacio y los planetas” Guille y estos me miraron con una sonrisa en sus caras,  yo la verdad les ignoré ya sabéis seguía enfadado con el mundo pero al cabo de unos minutos, Bacterio hablaba de cosas que nunca me había imaginado y de datos históricos que nunca había escuchado: del Bigban, de telescopio gigantes, que con mi simple telescopio y un poco de paciencia podría ver otros planetas, “eso yo no lo sabía”. Va ser verdad que mi tía Sara va seguir siendo mi tía guay.

En cuento llegué a casa y mis deberes me lo permitieron, cogí el libro que todavía seguía en su envoltorio,(en el suelo de mi cuarto), y decidí buscar alguna respuesta sobre el espacio.

Desde entonces no he dejado de leer y releer ese libro, es más mientras escribo estas palabras miró de soslayo para comprobar que sigue en su sitio, en el tercer estante de la estantería de mi despacho, en el observatorio de Ager.

Quién lo iba decir que después de veinte años de aquel inesperado regalo iba a trabajar en este pequeño paraíso de Lleida, si no lo conocéis os animo a echarle un vistazo por internet. Ahora soy yo el tío que regala telescopios a sus sobrinos y como podéis imaginar les gustan tanto como a mí a su edad, aunque a Mario, mi sobrino el pequeño, no ha querido ni abrirlo, (sigue con el papel de regalo puesto),  es que el pobre tiene un ojo vago entonces me dice que el único ojo que tiene sin parche ve muy poco y claro que solo ve oscuridad y que para eso… pues que apaga la luz de su cuarto.

Pues gracias a esa conversación, barra petición de Mario, me tenéis aquí mirando libros para inventar algo para que pueda observar el universo.Lo más fácil ya lo tengo, el nombre: “las gafas espaciales” y el resto es una hoja en blanco encima de mi mesa.

-¿Cómo le explicas a un niño, que las cosas no se inventan de un día para otro? pues la verdad no se puede, los días pasan, mi desesperación aumenta y la paciencia de mi sobrino disminuye de manera proporcional.
Una tarde mientras un viejo amigo me intentaba convencer de que cambiara de televisión, porque estoy anticuado según él, una bombilla se encendió en mi mente, éste se había comprado la maravilla de las maravillas en televisiones, una televisión de 46 pulgadas, curva y 3D, (losé, es un pedazo de televisión, ya solo por el tamaño), me contaba que cuando veías algo en ella era como estar dentro de la imagen y en ese instante le dije que acaba de encontrar mis gafas espaciales y le colgué el teléfono.

Preparé todo ese mismo día, fui a comprar una televisión curva-3D para mi casa y le pedí expresamente a la dependienta que me envolviera unas gafas 3D para regalo y pusiera una nota:

“GAFAS ESPACIALES”

Estaba tan emocionado que llamé más de cuatro veces a mi hermana para avisarla de que iba yo a buscar a Mario a la escuela, que la extraescolar de hoy era en mi casa, cuando se montó en mi coche y vio el regalo sabía que lo había conseguido. Se las puso de inmediato y decepcionado me dijo que no funcionaban que él veía lo mismo que sin ellas, me eché a reír y le dije que solo funcionaban en mi casa, (nuestro observatorio particular). Al llegar a casa le mandé cerrar los ojos encendí la televisión, apagué las luces y puse el documental sobre el big bag y cuando le mandé abrir los ojos, comprendí que todo mi esfuerzo fue recompensado con su cara de alucinado, (no tenía precio), y desde aquel día, Mario tiene una extraescolar más en su observatorio particular y su libro de texto solo tiene 500 preguntas.

Jezabel Luguera ©


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