sábado, 27 de febrero de 2021

COLEGIOS DEL MUNDO UNIDO

 


 

            –Abuela, ¿qué es ese edificio tan grande y tan bonito que está ahí enfrente? Nunca lo había visto desde aquí.

            Íbamos caminando mi nieta y yo por lo que los comillanos llamamos “el camino de Pelazo”. Un precioso paseo por detrás y por encima del Palacio de Sobrellano. Discurre casi paralelo (con la carretera de por medio) al Seminario. Y digo bien, Seminario. Más adelante sería la Universidad Pontificia.

            –Como tenemos tiempo, tú ganas de saber y hay aquí unas guapas piedras bajo estos pinos para sentarnos, te voy a contar un poco la historia de ese gran edificio. Si empiezo por el final, te diré que aquí se fraguó el más grande proyecto de estos últimos años para el pueblo de Comillas y, por añadidura, para todos los pueblos limítrofes y cercanos, así como para la autonomía de Cantabria. Verás, pequeña:

« Todo fue idea del primer marqués de Comillas, Antonio López y López, o más bien del jesuita padre Tomás Gómez Corral, que lo sugirió, pidió y con mucho esfuerzo consiguió. En realidad, la primera intención del marqués fue edificar un colegio de segunda enseñanza en su pueblo natal, regentado por la Compañía de Jesús. Pero los jesuitas la rechazaron, alegando que Comillas les parecía una población rural mal comunicada y con escaso vecindario. En su lugar, el padre Gómez Corral  propuso la construcción de un seminario para la formación de sacerdotes, allá en septiembre de 1881. No fue fácil convencer a Antonio López, que perseveraba con el colegio. Pero al final entregó 25.000 duros y se encargó el primer proyecto de edificio para el seminario. Más tarde, donaría 100.000 duros para adquisición de terrenos. La fuerte personalidad del padre Tomás y del provincial de Castilla, padre Martín, que juzgaba la construcción de seminarios una cuestión capital para el catolicismo español, además del visto bueno del Vaticano, convencieron del todo al marqués. Él eligió esta colina para ubicarlo –La Cardosa se llama– enfrente de su palacio. También eligió encargar los planos al arquitecto catalán Joan Martorell, con quién coincidía en devoción religiosa y principios. No olvidemos que Antonio López vivía en Barcelona y trajo a Comillas a su gente. Con su fallecimiento, en enero de 1883, fue su hijo, Claudio López Brú, quien continuó con la labor de su padre. Dobló el presupuesto y colocó la primera piedra en mayo de 1883. Desde ese momento hasta 1889, las obras fueron dirigidas por Cristóbal Cascante. »

–¿Te aburro, pequeña?

            –No, abuela. Sigue contándome la historia.

–Bueno, sigo:

« Tal vez, la parte más hermosa del conjunto sea la Iglesia, junto al Seminario Mayor –recién restaurada por cierto—, a la que también se llamó “capilla pública”. Está la bellísima “Portalada”. Más tarde se edificaron el Seminario Menor y lo que llamaron “el Colegio Máximo”, y el pabellón hispano-americano, junto a un gran cobertizo de hierro en los jardines traseros. Comenzó su andadura en 1892, que duró hasta finales de los años 60 del siglo XX. En 1920, pasó a ser Universidad Pontificia. Eran autosuficientes: tenían central eléctrica, panadería, vaquería, carpintería; hasta una imprenta, ese pequeño edificio justo al final de la cuesta. Tenían su propio cementerio. Una impresionante biblioteca. Un museo de Ciencias Naturales –donde muchos niños de Comillas llevamos a cabo nuestras correrías infantiles– y sus propios huertos y campos. Magníficos jardines. Dieron trabajo a mucha gente.

Pasaron miles de estudiantes y se formaron cientos de sacerdotes, hasta que, en 1968, la Compañía de Jesús decidió trasladar la Universidad Pontificia a Madrid. Fue un motor dinamizador de Comillas y su entorno durante muchos años. Este grandioso conjunto fue quedándose progresivamente sin uso y pasó a tener solamente consideración patrimonial. En los siguientes años se le dotó de diferentes actividades, casi todas temporales y más por conservación que otra cosa. Prácticamente todas relacionadas con la educación y la cultura.

En la actualidad, el edificio del Seminario Mayor, perfectamente restaurado, es la sede de la FUNDACION COMILLAS y del C.I.E.S.E. (Centro Internacional de Estudios Superiores del Español). Pero lo que te quería contar desde el principio, no sin antes haberte hecho esta esquemática presentación, es el gran proyecto frustrado del “Seminario” (siempre lo llamaremos así en el pueblo), la construcción de la sede de uno de los colegios más importantes del mundo. En ese momento existían doce; el nuestro sería el número trece. COLEGIOS DEL MUNDO UNIDO. Proyecto elaborado durante años, con el gobierno cántabro a la cabeza, cuyos miembros del Patronato eran: Gobierno de España, Gobierno de Cantabria, Ayuntamiento de Comillas, Fundación Botín, Instituto Cervantes, Caja Cantabria, La Caixa, Telefónica, Universidad de Cantabria, entre otros. Se impartirían los dos cursos del Bachillerato Internacional. El 75% de los alumnos son becados. No solo prima la inteligencia, sino el potencial en valores, la capacidad de trabajo y una serie de exigentes condiciones más. Proceden de todas las capas de la sociedad, religiones, razas y situaciones económicas. Compañeros de estudios que, en un futuro podrían ser líderes, serían formados en base a unos principios que harían un mundo mejor; que crearían lazos de hermandad entre ellos. Uno de sus presidentes fue Nelson Mandela. Hay mucho que contar sobre las bondades de estos colegios, querida nieta.

A punto estuvo de lograrse, pero la mezquindad, ignorancia, envidias e incapacidad de algunos políticos lo impidió. Después de luchar durante algunos años, de llegar a la selección final –nuestras rivales fueron Valencia y Alemania–, Comillas ganó el colegio, ¡era nuestro! ¡Cómo nos emocionamos! Hasta los mismos Reyes de España vinieron en nuestro apoyo. Pero un triste día de marzo de 2012, La Fundación de Colegios del Mundo Unido renunció al proyecto. No fueron respaldados por quienes debieron hacerlo. Se rompió el sueño del futuro de Comillas y su comarca, a todos  se nos rompió un poco el alma. Pero de este fracasado proyecto y todo lo que suponía, te hablaré otro día, pequeña. Ahora, si no te importa, seguimos el paseo hasta Pelazo y bajamos hasta La Rabia. Está anocheciendo. Le pediremos un agua a mi amigo Manín, que tengo ya la boca seca de tanto hablar. »

            –¡Muchas gracias, abuela! Me ha encantado y a la vez puesto triste tu historia. A veces, las personas cometemos errores irreversibles que afectan a mucha gente. Para intentar corregir eso imagino que valdría ese gran colegio del mundo del que me has hablado. Otro día sigues. Quiero saber mucho más. Ahora vamos a seguir andando. ¡Arriba, abuela!

 

©REMEDIOS LLANO

COMILLAS.

FEBRERO 2021.

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