Como si de un retrato en
sepia se tratara, así quedó tu imagen en mi recuerdo. Fue una sensación maravillosa,
una bella estampa, grabada con cariño en mi corazón, que me acompañó durante
toda la noche.
Yo te hablaba y hablaba en
esos minutos interminables mientras escuchabas con tu cara maravillosa, y tu cuerpo,
cubierto con aquella prenda blanca, hacía destacar más aún, ese rostro que tan
bien conozco.
Tus ojos me seguían sin
parar y miraban cada uno de mis actos mientras hablaban y me susurraban palabras
de cariño. Eran frases que llegaban a mi alma, que la hacían estremecerse como
si fuera una brisa dulce y delicada que se iba deslizando por mi cuerpo arrancándole
unos suspiros.
Tu retrato me seguía a todas
partes y cobraba vida de repente en aquella pregunta que me hacías, en aquel suave
giro de tus manos recogiendo el cabello, en el cigarro que llevabas a tus
labios, en el café que tomabas buscando ese calorcillo en la mañana, en el
murmullo silencioso de tus labios musitando mis versos, en la mirada cálida de
tus ojos que me decían tantas cosas, en ese mensaje distinto y tuyo, sin
palabras.
Y
seguías y seguías en mi sueño, dando vueltas en la cama, abrazándote a mi
cuerpo y musitando palabras incoherentes, en ese balbuceo donde salían los
"te quiero" en una forma atropellada mientras te arrimabas para
buscar ese abrazo, esa caricia, esa respuesta de mi alma a través de mis manos
y mis dedos.
Y así me desperté, con ese
sabor dulzón en mis labios, con esa sensación maravillosa en mi alma, de tenerte
entre los brazos, de sentir la calidez de tu cuerpo y esos latidos tranquilos
de tu alma en la mañana.
Volví a ver de nuevo tu
figura, volví a ver de nuevo tu retrato, volví a ver de nuevo, esa linda imagen
enmarcada en aquel retrato en sepia que habías dejado grabado en mi recuerdo y
entonces me dije que tenía que escribirte, que tenía que plasmar esos momentos
en mis letras y llevarlas al cuaderno.
Tenía que dejar plasmado
este recuerdo y llevarlo hasta tu lado, tenía que escribir para ti estas
letras, para que sepas lo que siento, para que escuches mi latido, para que
sientas mi presencia simplemente junto a ti, en este día.
Rafael Sánchez Ortega ©
(Fragmento del diario “Unas letras para ti”)
Jueves, 15/01/2009
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