lunes, 18 de octubre de 2021

CAMBIOS

 

 

Uno no sabe cuándo ha cometido un error hasta que ya ha tomado la decisión, o por lo menos eso me pasa a mí: esa sensación en las tripas que es confirmada por el cerebro en forma de… “te vas a cagar”. Pues así me encontraba yo ahora mismo, sentada frente a un mostrador en la trastienda de un almacén de azulejos, avasallada por una pelirroja rizosa que hace más de media hora que no ha parado ni para respirar, además de formar una torre de materiales y azulejos para mi nuevo baño que me desafiaba como la gran muralla china a los mongoles. Y mi mente me recordaba el dicho que siempre decía mi abuela: “Vale más saltarla, que rodearla”. Esa torre no tenía fin…

Pero ¿cómo había llegado a esa situación? Si mi baño era viejo pero no estaba tan mal; sólo tenia moho en el techo (con una mano o dos de pintura estaba listo), algún que otro azulejo suelto y… bueno, la bañera ajada por un lado. Pero… en las series de reformas americanas, están mil veces peor y, en menos de dos horas de programa (dos semanas en el mundo real), estaba listo y no tenían que aguantar las chorradas que estoy escuchando. Hablando de escuchar, noto un silencio a mi alrededor y unos ojos mirándome de forma interrogante.

–Perdóname, peli… Azucena, que me he puesto a pensar en qué disposición quería los azulejos y me he despistado. ¿Qué decías?

–Que igual te estoy dando demasiada información nada más llegar. Empecemos por la gama de colores.

–Me gustan los tonos verdes y negros para el baño, pero estoy abierta a opciones.

–Están muy de moda los tonos marinos salvajes para el baño, con el contraste de negro y blanco –dijo, con un tono snob y sus gafas de pasta en la mano.

Sacó un libro que era más grande que las antiguas guías de teléfono y lo depositó encima de mi propia muralla china. Empezó a decirme:

–Este es E152 “Manzana fresca del Cantábrico” –y yo miré la imagen y era el verde manzana de toda la vida.

–Este es T506 “Piscina olímpica de Rusia” –para mí, el azul piscina.

–Pero el que más se vende, y para mí el más bonito, es E942 “Una cabaña perdida en lo profundo del bosque”.

Debí de poner mi mirada de… “¿Qué me estas contando?”, porque en menos de dos segundo empezó a explicarme el color:

–Es un verde botella oscuro con colores tierra de fondo y un tono nacarado. ¿Qué te parece? Te puedo enseñar tonos más marinos, si quieres…, pero mira qué bien queda con este lavabo que acaba de llegarnos.

Mi cabeza estaba dando vueltas como una peonza. Yo lo veía verde botella, ¡y ya!

–¿Pero quién le pone los nombres a la gama de colores, Azucena? ¿Dónde quedó el verde oscuro y los marrones? Ahora son cabañas perdidas y piscinas rusas.

La pobre dependienta me miraba como si acabara de salir del medievo y hablara castellano antiguo, y cuando vi que me iba a explicar cómo le explico yo a mi padre las nuevas tecnologías, le digo:

-Azucena, creo que necesito algo de tiempo para decidirme. El jueves me paso y te digo, ¿vale?

Se quedó mirándome como si le acabara de decir la mayor de las locuras, pero en dos segundos se compuso de nuevo, me ofreció varios libros de mobiliario y, con una gran sonrisa en mis labios, salí del establecimiento. Marqué el teléfono y….

–Papá, ¿sabes de qué color es una cabaña perdida en lo profundo del bosque? ¿No? Pues pásate por casa, que te invito a una cerveza y te explico la nueva configuración de Netflix.

 

Jezabel Luguera©

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