martes, 14 de diciembre de 2021

LA TORMENTA PERFECTA

 


 

La ventisca es tremenda y parece que el tiempo empeora; nubarrones negros se acercan a gran velocidad por el oeste y grandes goterones empiezan a caer, limitando, más aún, la visibilidad. Y a usted, ¿quién le ha dado vela en este entierro? —pienso, dirigiendo la vista al cielo.

Hace un rato que la espero; la intuyo, pero me cuesta verla venir. Me retiro con la mano el pelo chorreante de agua y viento que me cubre la cara y… ¡ahí está! Se me acelera el corazón. Durante unos segundos, la observo. —¿Viene hacia mí?—, me pregunto. Sí, me ha visto. La veo acercarse, cada vez más hermosa, más grande, más fiera. El corazón se me pone a mil.

Voy hacia ella, busco sus fauces y me giro; parece que huyo, pero no, no huyo; sonrío, esprinto para coger su paso y ¡vamoooos! Me voy con ella. Me deslizo a gran velocidad, ¡qué maravilla! De repente, parece darse cuenta de que no va sola y se lanza a devorarme, persiguiéndome, rompiendo con fuerza tras de mí. Acelero y, en el último momento, cuando sé que todo acaba, me enfrento a ella, doy un rulo final y, sin remedio, me engulle. Apenas unos segundos después, emerjo entre la espuma, sonriente, triunfal. La tormenta ya no parece estar ahí, al menos para mí. Me giro, miro al horizonte y vuelvo a entrar.

 

Almudena Pascual©

No hay comentarios: