Te vigilo, sé cuales son los mejores momentos para disfrutarte en la distancia: cuando te frotas los pechos, y sobre todo cuando restriegas tu sexo con pasión. A veces me miras, pero yo te respeto, no quiero devorarte y extraer tus jugos. Tú también me respetas; por eso, aunque no te quiero, te deseo más que nunca. Él también me respetaba.
Y no, no, no.
Peter Parker no es negacionista.
Cuando me
abandonas, tampoco te echo de menos: la vida es más tranquila, sin sobresaltos
ni continuas tentaciones para disfrutar de tu cuerpo. El suyo era diferente y
no me excitaba como lo hago contigo
Y te lo repito:
Peter Parker, no. No, no, no lo es.
Tengo fiebre y
mucha hambre; pero no de alimentos, sino de ti y de todo tu ser, y la calentura
va en aumento y te quiero comer entera. Sigues mirándome. ¡Por favor, para! No
me sonrías o me veré obligada a romper nuestro pacto de silencio.
Y él no es
negacionista y tú lo sabes tanto como yo. Algún día lo entenderás.
Te lo suplico,
deja de canturrear el Lullaby o me
voy abalanzar sobre ti. Ya me da igual, aunque me acusen de violación si es
necesario, pero me quedaré satisfecha y asqueada, como cuando te has excedido
en el Kentucky Fried Chicken. Él también la tatareaba. ¿Por qué a todos os
gusta The Cure y no Sigur Rós, que es asexuado, atemporal, armónico y animal?
Él se lo ha
creido, pero no, no, no. No lo es. Lo quieren engañar.
—¿Quién es esa
bruja que ha venido? Me mira con repugnancia. ¿Por qué lleva una escoba? Quizás
es una bruja asquerosa. Me ha vuelto a mirar desafiante.
—¿Qué miras,
descarada? Como me vuelvas a mirar, voy a meterme en tu boca y a morderte toda
la laringe. Tengo pelos, sí, ¿pasa algo? Estoy llena de pelos y te vas a
atragantar de mi violencia hasta que vomites ríos de sangre.
—¿Pero qué estás
haciendo con esa escoba, hija de la gran puta? Estás destrozando una obra
única. ¿Y ahora, qué? Te voy a esperar y voy a ir a por ti, como hice con él. Sé
que tú no tienes la culpa, que ha sido la bruja esa y ha sido tu némesis, pero
así es el destino.
Ya has vuelto a
casa, te escucho tarareando Lullaby. Ha
llegado tu momento, el momento de la transformación, la transformación única y
silenciosa. Voy a esperar a que te desnudes y, poco a poco, iré disfrutando de
tu cuerpo sin que te des cuenta. Te voy a comer de los pies a la cabeza, me voy
entretener en tus muslos y tu ombligo, y finalmente me centraré en tus glúteos
para morderte. Te convertirás, al igual que él; y yo cogeré mis bártulos y
levantaré una prodigiosa telaraña en algún otro lugar.
Y no, no, no.
Peter Parker no es negacionista. Es sólo un simple pensionista.
Óscar
Nuño©
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