sábado, 16 de abril de 2022

BRUMA EN LA MEMORIA

 

 


Poeta de prestigio

tuve la dicha de ser

bajo esta parda tez,

y mente de prodigio

de la cual simple vestigio

tan solo quedará,

pues el tiempo que vendrá

será un desconocido,

una suerte de aullido

que en silencio pasará.

Aplauso atronador;

hasta el último confín

de las letras, paladín;

apodado “El Ruiseñor”,

pues mi genio creador

holló tan sublimes cotas

como agudas son las notas

que trinan sin cesar,

en acrobacia singular,

de sus entrañas ignotas.

Influyente posición,

atalaya de gigantes,

huraño en los talantes,

soberbio aun sin razón,

lamentaré siempre, corazón,

haber solo sentido

tu piel bajo el sigilo

de aquella noche castellana

entre lloros de campana,

aromas de miel y trigo.

Desde aquel aislado encuentro,

mil lluvias han pasado,

y de pozos anegado,

la agonía que llevo dentro

de mi universo, en el centro.

¡Qué absurda tontería!

¿Fue cosa de brujería

o sólo un capricho de la diosa Fortuna?

¡Alivia mi tortura,

reina de la morería!

Fría era aquella sala blanca.

Flemático el galeno,

me explicó que ese veneno

muerde fuerte y manca,

imposible detener una vez arranca;

nada podré recordar

ni dos tristes letras trenzar.

Laberinto sin postigo,

tampoco yo seré testigo

a la hora de marchar.

Gran ateo me confieso

bajo este cielo de jazmín,

y solo pido a Dios, como fin,

que la muerte me haga preso

antes de olvidar el aliento de tu beso,

ese húmedo ardor salvaje,

tu cuerpo mi paisaje.

Cuando todo sea nada,

noche de la alborada,

será mi último equipaje.

Sea ésta final ocasión

para un postrero y roto verso.

Me siento ya disperso,

casi fuera del renglón,

más de sueño que razón

mi último ingenio de cuerdo

para jurarte amor eterno

y que no habrá enfermedad

ni opaca oscuridad

que nublen tu recuerdo.

Óscar Gutiérrez©

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