Toda
la vida se dijo que “Aunque la mona se vista de seda, mona se queda”. Pero ¿qué
pasaría si la mona fuera modelo y la vistiera Versace? ¿Seguiríamos utilizando la
misma frase? Seguramente no; utilizaríamos “La mona se vistió de seda y todo el
mundo la critica”, y pasamos de neutralizar a criticar, ese ejercicio que, por
desgracia, cada vez más gente practica de forma amateur y excusándose en que las verdades son buenas.
¿Pero
nadie dijo que la verdad tenía que llevar complementos? Nosotros, la sociedad,
necesitamos que tenga empaque, como si fuera un regalo que el mundo necesitara
y nadie ha pedido.
¿Y
si “La mona se vistió de seda porque el algodón le da alergia”? Entonces traspasaría
esa línea roja llamada comprensión
disfrazada de culpabilidad de la sociedad egocéntrica en que nos hemos
convertido, de la minoría que nadie espera ser pero todo el mundo comprende en
las redes sociales.
¿Y
si “La mona se viste de hábito y ese hábito sí la hace monja”? Entonces es
cuando nos damos cuenta de que, por desgracia, valoramos a las personas por sus
atuendos: es mejor alguien con pantalones largos que con bermudas, aunque éstas
simplemente nos hacen ver sus pantorrillas y no lo que es realmente.
Por
desgracia, esos refranes o frases hechas que toda la vida acompañaron a nuestra
sociedad y son de otra época no evolucionan; como no hemos evolucionado
nosotros, simplemente nos hemos quitado la seda y monas nos hemos quedado.
Jezabel Luguera©
No hay comentarios:
Publicar un comentario